domingo, 31 de diciembre de 2017

Palabras que curan

Miles de personas habrían querido estar allí. Quizás millones, a juzgar por el número de reproducciones, comentarios y "me gusta" en las redes sociales. Pero éramos nosotros los afortunados. Ya nos sentíamos unidos por muchas cosas desde hace semanas: ser familia de tres hijos; estar en búsqueda de un mundo mejor; crear complicidades a través de las palabras... Pero hasta hace tres días no había sido posible el ansiado abrazo ni el cruce de miradas. Esa maldita enfermedad y las sesiones de quimio habían retrasado el encuentro. Y en lugar de en nuestro terreno, ha tenido que ser en el suyo. Pero es lo de menos. No existe espacio ni tiempo en la conexión de almas. Y sólo hubo que aguardar un poco más.
Muchos nos preguntan cómo hacemos para rodearnos de tan buena gente. Simplemente nos dejamos llevar: por la intuición, por las circunstancias, por las causalidades... Constantemente estamos atentos a todo lo que nos pasa, y leyendo entre líneas las buenas y malas cosas que cada día depara. Y en cuanto se atisba un regalo, allá que vamos a por él. Cueste lo que cueste. La Vida nunca defrauda. Nos pasó con la gente de O Couso. Nos ha pasado con los Ángeles de la Noche. Y ahora con Magdalena Sánchez Blesa, la poetisa del momento, y su familia.
Desde que los niños eran pequeños hicimos un juramento: hacer una escapada en pareja al menos una vez al año. Por la salud de la pareja. Por superar las conversaciones en morse interrumpidas por cientos de aportaciones infantiles. Por compartir silencios, atardeceres, risas y alguna que otra cena romántica. Ahora era el momento. También de conocerla a ella. Así que nos fuimos a explorar tierras murcianas en nuestra escapada anual.
Desde que salimos en televisión y empezó nuestra venta del libro solidario, hay gente que nos considera "gente famosa", y se nos acerca con esa actitud reverencial, que tan poco nos gusta. Somos gente normal que comparte sus anhelos y vivencias. Y a Magdalena le pasa igual. Es poeta de aceras, de patios, de momentos y de mirar a los ojos. Sentimos el flechazo con ella desde que nos intercambiamos el whatsapp hace pocos meses. Y su cercanía y autenticidad nos enamoró. Pero nos tenía guardado un regalo inesperado: David, su marido, un "pedazo" de pan, como ella.
Las horas en aquella cafetería pasaron rápido. Había mucho que compartir, mientras sus pobres chavales nos esperaban pacientes. Mientras la escuchábamos y la mirábamos a los ojos, entendimos rápido por qué se estaba convirtiendo en un auténtico fenómeno de masas. La gente está cansada de "famosetes" de cartón piedra, de celebridades vacías, de personajillos que aprovechan su momento para ganar un puñado de euros, un ratico de fama, y un hueco en el Sálvame. La gente busca autenticidad. Busca la conexión con sus vidas sencillas. Hay grandes escritores que escriben para la mente. Otros usan buena literatura para desahogarse. E incluso los hay que tratan de saldar cuentas con sus palabras. Ella no es de esos. Magdalena habla directamente al corazón. Sabe muy bien la magia que las palabras atesoran. Sabe de su poder terapéutico. Y las usa para lo que mejor sabe: para curar el alma, para ahuyentar demonios y para construir un mundo mejor. No conocemos a nadie que pueda recitar como ella lo que ha escrito. Y si encima David hace de sus poemas una película de vida, ¿que más se puede pedir? Menuda llamada a la coherencia: que lo que hago, pienso, digo y siento estén en armonía.
Las horas de la cafetería nos supieron a poco. Insistieron en continuar la conversación ante una paella en su casa al día siguiente. Al principio nos resistimos para no cansarla. A veces el gesto torcido o la respiración entrecortada nos recordaban, como su pañuelo en la cabeza, los demonios que recorren sus venas. Pero accedimos ante su insistencia. Y sellamos nuestra unión eterna ante una paella deliciosa, en su famoso restaurante de Moriana donde tantas y tantas aventuras se han fraguado. También se unió otro nuevo amigo para nosotros: otro David, murciano afincado en Bogotá, que más tarde nos hizo de guía por las calles de la capital de la región.
Uno puede pensar que los famosos viven siempre en grandes mansiones, que conducen coches de lujo, que derrochan dinero, y que no tienen problema alguno. Magdalena y David hasta en eso son auténticos. Su coche está en el taller, viven austeramente en el campo, sufren con dureza las ausencias, hacen cuentas para llegar a final de mes y se encuentran en plena batalla contra el cáncer. Disfrutaron de lo lindo de la fruta que les llevamos, a juzgar por la foto que nos enviaron. Ahora tendrán nuevos compañeros de camino para compartir mochila cuando les haga falta. Su preciosa dedicatoria en su último libro nos lo recordará siempre.

NOTA: Este post se publica, como todo lo que escribimos, de forma gratuita y en abierto tanto en nuestro Blog como en nuestro Patreon. Pero si te gusta lo que escribimos, te ayuda, te sientes en gratitud, y quieres también impulsar un mundo diferente para vivir con nosotros, puedes colaborar en nuestros proyectos solidarios colaborando con una cantidad simbólica (desde 1€/mes) en nuestro Patreon Solidario. Actualmente estamos apoyando a los Ángeles Malagueños de la Noche, uno de los Comedores Sociales más importantes de España. 

lunes, 25 de diciembre de 2017

Nacimiento

Es 25 de Diciembre. Navidad. Son las siete y media de la mañana y aún no ha amanecido. Todo está en profundo silencio. A esta hora Papá Noel estará acabando su ronda mundial de entrega de regalos por millones de hogares. Espero no cruzármelo ahora por las escaleras. ¡Menudo susto nos íbamos a llevar los dos, la verdad! Prefiero que despliegue su magia en tantos y tantos otros hogares. Nosotros este año hemos sido bendecidos con tantos momentos únicos, con tantos dones, con tantos encuentros maravillosos, y con tantos aprendizajes, que no podemos pedir más. Sólo dar gracias, y compartir lo recibido.
Ayer fue una Nochebuena muy especial. Samuel se encontraba a 6.200 kilómetros, en Pensilvania. Pablo y Eva se marcharon a 1.700 kilómetros, a Londres, para disfrutar de unos días inolvidables con nuestros queridos Pete y Nuria, toda una tradición ya para nosotros. Efectivamente, la familia desperdigada por el mundo en la Nochebuena. Y la gente parece que sufre cuando nos preguntan y lo contamos. Nada más lejos de la realidad. El gozo fue enorme. Realmente quizás la Nochebuena no es tanto un día obligado para el encuentro, o para estar en familia. Para eso están los 364 días restantes del año donde tenemos tiempo de sobra para compartir miles de encuentros, de instantes, de momentos únicos. Por eso es sagrado en esta casa desayunar, almorzar o cenar juntos todos los días de año que podamos. Navidad viene de "nativitas", nacimiento. Probablemente Jesús no nació en la noche del 24 al 25 de diciembre, sino que la fecha concreta tiene más que ver con el solsticio de invierno. La fecha concreta es lo de menos. Lo que quizás más importa de esta fiesta es que se celebra el nacer. El nacer al ser. No el hacer. Más bien el no-hacer. Y probablemente sea una llamada anual a nacer dentro de nosotros mismos. A renovarnos por dentro. A encontrar ese hombre, esa mujer, ese niño o esa niña nuevos que residen en nosotros. A avivar la luz divina que, sin lugar a dudas, habita en los más de siete mil millones de seres humanos que poblamos la Tierra, haciéndonos UNO.
Ayer no fue un día de prisas, compras o aglomeraciones en centros comerciales. Tampoco encendimos la tele ni escuchamos discursos de monarcas, presidentes o autoridades terrenales. No nos vestimos con nuestras mejores galas. Ni siquiera cantamos un villancico. Por la mañana, acompañamos a Pablo y Eva al aeropuerto. El aeropuerto estaba vacío al mediodía. Nunca lo había visto así. Pocos padres vimos despidiéndose de sus hijos en una fecha tan señalada. Ninguno, para ser precisos. Pero verlos tan felices, tan autónomos y con tantas ganas de volar nos llenó de orgullo. Nuestra función de padres va de eso: de ayudarles a cruzar fronteras, a atravesar aeropuertos, a emprender nuevos retos, sean interiores o externos, físicos o mentales. Da igual el día del año. Da igual las tradiciones. Por fortuna su hogar es ya el mundo entero.
Desde el aeropuerto nos fuimos directos al centro de Málaga, pero no para ir "de compritas". A medida que nos acercábamos a nuestro destino, los carritos de la compra empezaban a prodigar mezclados con las caras de resignación. Centenares de personas aguardaban su turno en una plaza enorme para que un ejército de voluntarios les sirvieran su ración de solidaridad en sus carritos de la compra: pollo asado con ración, tortilla de patatas, zumo, galletas, dulces navideños...El bullicio de tanta gente, se mezclaba con los flashes y las cámaras de los periodistas, y el ajetreo del ir y venir de los voluntarios trayendo paquetes, manteniendo el orden, limpiando por aquí o por allá. Nos pareció un auténtico milagro que esa muchedumbre pudiera ser alimentada tan sólo por los gestos solidarios de otra muchedumbre silenciosa con las aportaciones que habíamos animado en los últimos días. No pude evitar acordarme del milagro de los panes y los peces. Algo así debió ser. 
Los contrastes fueron enormes. Y mientras un Porsche se hacía paso entre esa muchedumbre para vaciar su maletero de bolsas de la compra destinadas a ser compartidas, alguna familia intentaba colarse, o pasar por segunda o tercera vez para acumular víveres para varios días, o quizás para revenderlos. La condición humana. Da igual que seas pobre o rico. Mucho que aprender. Mucho a lo que nacer de nuevo. Nueva llamada de la Navidad.
A mi me tocó ir a recoger comida donada en sendos asadores en Churriana y en el Rincón de la Victoria, y a Mey atender el teléfono de infinidad de establecimientos que no querían tirar a la basura los restos de un día tan señalado. No pudimos evitar pensar qué será del mundo cuando en lugar de dar de lo que nos sobra, demos de lo nuestro. Nueva llamada a nacer. 
Compartimos momentos únicos con gente excepcional como Manolo o Paco, como la pareja del asador del Rincón o la señora de la panadería de la Divina Providencia. Curioso nombre para un día así. Gente dispuesta a desparramarse por los demás hasta límites insospechados. Nueva llamada a nacer. Nueva llamada de la Navidad.
Aún no conocemos a muchos de los voluntarios de los Ángeles de la Noche, y por eso accedimos a sentarnos con ellos y almorzar algo ya anocheciendo, tras una agotadora jornada. Gente normal. Gente de todas las condiciones, color de piel, procedencias y educación. Risas, abrazos, y sensación de deber cumplido. Quizás el darse al prójimo no sea una opción sino efectivamente un deber. Nueva llamada a nacer. Nueva llamada de la Navidad.
Después nos fuimos abrazados a tomarnos un café "en parejita". Estos momentos "de novios" son también mágicos para nosotros. Pero sin despistarse mucho para estar en casa pronto y charlar con los niños por Skype junto al fuego. De nuevo risas. De nuevo bromas. Y nosotros aún sin saber qué cenar en la tradicional cena de Nochebuena. Calentamos la sopa del cous-cous de hace tres días, cortamos unas lonchas de queso, y preparamos una buena ensalada. Eso sí, con el mantel, los platos y las copas de las ocasiones especiales. Y con dos velas encendidas, como en las ocasiones especiales. De postre el violonchelo del CD de  "Todas las mañanas del mundo" mientras comentamos las vivencias del día absortos ante el fuego. Nueva llamada a nacer. Feliz Navidad.

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domingo, 10 de diciembre de 2017

#LocosPorUnMundoMejor

La vida es un fluir constante. Y nunca sabes las sorpresas que te puede deparar. Sólo hace falta estar dispuesto a dejarse sorprender y a ser abrazado por el presente. Sea el que sea.
Nunca imaginamos cuando hace justo un año nos llamaron ante el peligro de que el piso vacío de mis abuelos fuera "okupado", que un año después ese piso lo disfrutaría gratis una ONG con la que nos sentimos en profunda conexión hoy. Tampoco imaginamos entonces que hoy, justo un año después, trabajaría a apenas cinco minutos de su sede, y que me podría escapar en ratos sueltos de mis desayunos para echar una mano en lo que hiciera falta. Y lo cierto es que hoy, justo un año después, nos sentimos parte de esa gran familia de "Los Ángeles Malagueños de la Noche".
Nuestro frigo: "el frigo de los Meys"
Ayer fue un día grande para ellos. Se celebraba una Gala Benéfica organizada por Dani Rovira y Claro Lago en beneficio de esta entidad solidaria. Y era un momento en el que tocaba dar a conocer al público que abarrotaba el teatro en qué consistía lo que hacen. Nos hicieron el encargo hace unas semanas, y de nuevo nos dejamos fluir. Elaboramos un pequeño guión. Al principio dudamos qué enfoque darle, pero luego vimos con claridad que era el momento de integrar tantos y tantos conocimientos de proyectos en los que hemos participado, y sumarlos a esta nueva causa. Vimos claro que la locura por un mundo mejor puede ser contagiosa, y quizás es momento de que deje de ser minoritaria. E incorporamos al guión frases, principios y lemas que nos han seguido en los últimos años con muchos compañeros con los que hemos compartido y seguimos compartiendo andanzas solidarias: Trans-Formando, ADAPA, Proyecto OCouso, la Casa de Acogida de Alozaina...Las frases fluyeron fácilmente. Pero quizás montar un vídeo iba a ser algo más complicado. Tanteamos por whatsapps a unas amigas de las televisiones Mindalia y Velevisa, y en cinco minutos estaba acordado el reparto de tareas. No salíamos de nuestro asombro. Marina nos echaría un cable con la grabación, y Mª Ángeles haría lo propio con la voz en off y el montaje. Está claro que cuando el Universo se confabula no hay nada que le detenga.
Ese mismo martes vinieron a grabar al Comedor Social, y aunque me resistí, tuve que hacer las veces de reportero. Tocó aplicarme el cuento de lo de "fluir". El domingo quedábamos para el montaje que se ejecutó en poco más de una hora. Alucinante. Una tarea que se nos antojaba titánica se había conseguido en apenas un par de días y sin el esfuerzo o las dificultades de proyectos anteriores. Al día siguiente lo mostré a mis compañeros de la ONG, y el respaldo fue unánime. Ni un sólo "pero". Cosas también del Universo, que nos lleva a la confluencia de sensibilidades, cuando son muchas las que hay.
Quedaban aún semanas para la Gala, y quisimos ponerle el broche final. Mey en inglés y Anne en francés liquidaron los subtítulos en un "plis-plas". Y ayer se proyectó públicamente en la Gala.
Estábamos un poco preocupados porque un espectáculo desternillante de improvisación quizás no era el mejor foro para emitir un mensaje trascendente. Pero lo cierto es que la ovación fue cerrada, y escuché alguna "lagrimilla", síntoma de que algún que otro corazón se había visto conmovido por el mensaje.
Ahora ya, lo que el Universo diga. El vídeo está sobre la mesa. Y queremos que sirva de homenaje a tantas mujeres y tantos hombres que están #LocosPorUnMundoMejor. Puede que sirva para visibilizar a tantas personas que están poniendo su granito de arena. Puede que sirva de punto de encuentro en las redes sociales. O puede que sea un eslabón de algo que está por venir. Sin agobios. Sin aferrarse a nada. Con la facilidad que surgió, así se desplegará lo que tenga que venir.

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domingo, 3 de diciembre de 2017

Pintando atardeceres

Se despidió despacio. Muy despacio. Como siempre. Con movimientos tan imperceptibles que no sabíamos si se iba o si venía. Pero eso sí, con su mejores galas. También como siempre. Como en la mejor pasarela de moda del mundo. Amplias sedas con tonos malvas y ocres. Destellos amarillos por aquí y por allá. Líneas sinuosas. Garabatos perfectos. Brillos y sombras. Deslumbrante como siempre antes de oscurecernos con su ausencia.
"Papá: hoy te ha salido mejor que nunca". La voz de Eva, desde el asiento trasero me despertó. Y eso que iba conduciendo y dormir habría sido una locura. Pero el espectáculo era tan hermoso que parecía estar en un sueño. Siempre he dudado si la belleza es tal porque sí, o porque la ven así nuestros sentidos. Un atardecer. Una luna llena. Una composición de nubes. Una pieza al violín. Un desayuno en familia... Quizás por eso, desde que Eva tenía tres años, siempre que llegaba ese mágico momento le decía igual: "Hoy me he esmerado en los colores, y mira cómo te he pintado el cielo". Aún recuerdo su cara de asombro. Sus ojos perplejos. Su sonrisa de gratitud. "Gracias, papi", me decía... Hasta que le empezó a parecer una bobada.
Eva pintando un atardecer con su vitalidad
en Canillas del Aceituno. Noviembre de 2017
Llega un momento en que la magia parece una cursilería. Y cuando la adolescencia llama a la puerta toca hablar de las cosas "reales", y dejarse de ñoñerías. Hasta que te das cuenta con la edad que lo real es esa magia. Que son los ojos los que crean esos espectáculos. Y que la belleza habita en el corazón y no en lejanos paisajes, que sólo tocan a la puerta de nuestra sensibilidad para ser contemplados. 
¿Cuántos atardeceres únicos nos quedan por presenciar? ¿Cuántas lunas llenas reflejadas en el Mediterráneo? A veces vemos esas maravillas como algo cotidiano. Como algo que estuvo ayer y que estará mañana. Pero desde jóvenes, Mey y yo siempre que observamos una luna llena pensamos lo mismo: ¿Cuántas nos quedan por contemplar? Desde luego no cien mil. Desde luego no diez mil. Quizás con suerte quinientos o setecientos momentos únicos más como ese. Y siempre contemplar ese hechizo nos sitúa como nunca en el presente. Nos ayuda a darnos cuenta de que cada momento es único e irrepetible. Y que probablemente no se repita. Todo parece eterno... mientras dura. 
Esas palabras de Eva me dieron un vuelco al corazón. A veces el silencio es el mejor regalo para la belleza. Pero sus palabras iban a hacer más especial aún ese instante. No porque conectase con sus recuerdos de mis obras de arte vespertinas en tantos atardeceres de su infancia, sino porque conectaba con las razones profundas por las que yo le había repetido tantas veces esa pequeña tontería. "¿Te das cuenta, papá, que estamos aquí los tres alucinados contemplando esa preciosidad de atardecer, y que habrá un montón de coches de los que nos adelantan que ni se estén dando cuenta de esa "pasada"? ¿Cómo puede ser que no nos percatemos de algo tan bonito? ¿Cómo puede ser que vayamos siempre sin fijarnos en cosas que valen tanto la pena? Ahora entiendo por qué, de vez en cuando, te activas un gong aleatorio en el móvil, para caer en la cuenta de esto. El otro día lo pensé precisamente mientras hacía un dictado en clase. Escribía las palabras que nos decía la profesora sin ser consciente, casi como un robot. Y al cabo del rato me di cuenta que había casi acabado el dictado pensando en otras cosas, sin estar realmente allí, haciendo lo que estaba haciendo. Y nos pasa eso continuamente, papi. Vamos por la vida sin fijarnos en lo que vemos o hacemos..."
Menuda reflexión que acababa de hacernos la niña. Menudos doce añitos incipientes. Menuda sabiduría en un ser tan pequeñajo. Convertirnos en observadores de la vida. Vivir el presente y la eternidad en el ahora. Carpe diem. Seguiremos pintando atardeceres, vistos los resultados.

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