lunes, 26 de marzo de 2012

Enseñanzas de un chaval de 16 años

Hace justo un mes tuvimos en casa una de las experiencias que más nos han interpelado, no sólo a mi mujer y a mí, sino también a los tres niños. Durante una semana convivió con nosotros un chaval peruano de 16 años, que con su actitud removió nuestros cimientos.
Ha habido gente que, a raíz de iniciar este blog se ha preguntado si pretende que nos lancemos a la calle, si aspira a que se cambien las leyes, a apostar por un nuevo sistema...También. Pero sobre todo aspira a que nos demos cuenta de que la vida, como la educación, es integral u holística. Y que si nos centramos mucho en las matemáticas pero nos olvidamos de los sentimientos o de empatía, algo acabará fallando. Con la vida pasa igual: podemos quejarnos de nuestros políticos, de las deficiencias del sistema, de la manipulación que sufrimos....¡Por supuesto que sí! Pero si seguimos rigiéndonos en nuestras casas y familias por los mismos valores, algo acaba cojeando. Y quizás acabemos teniendo lo que nos merezcamos.
Creemos que esta vida está para aprender. Y el que no lo haga, quizás tendrá que repetir curso. Nuestro amigo peruano nos dio una verdadera lección. Vino a casa a través de una asociación con la que colaboramos, y que organizó una gira musical de un grupo de chicos peruanos, pertenecientes a la Comunidad Sagrada Familia de Perú, que alberga a más de 800 niños y niñas sin familia, y a los que se les facilita comida, alojamiento, educación y un futuro. 
Antes de su llegada, organizando las familias que los iban a acoger en sus hogares, se evidenció la primera enseñanza. Familias que estaban "locas" por recibirles, pensando en niños de 8 a 10 años, finalmente se "desinflaban" porque el consulado había cerrado la salida a los más pequeños y sólo vendrían chicos y chicas de 13 a 16 años. Ya no era un peruanito-peluche al que cuidar. Ya no era un pobre niñito del que apiadarse y con el que mostrarse bondadoso/a. Ya era un chaval/a de 16 años que podría causarnos problemas en casa. Mejor cerrarle la puerta y dejar la solidaridad para otra ocasión. ¿Quizás es que la solidaridad es también una mercancía que compramos cuando nos interesa para acallar nuestra conciencia, pero que realmente nos transforma poco en nuestras actitudes de vida? Hubo gente que dijo que no porque temían no tener suficiente espacio en casa, o porque sus horarios laborales podrían no cuadrar. Hemos aprendido estos días que "nuestros" esquemas se ven desarbolados cuando las realidades hablan de supervivencia, de compartir la escasez, y de luchar contra las injusticias de este mundo. Y nosotros aquí seguimos hablando de horarios, de estética en nuestros hogares, y de fútbol. Primera enseñanza.
Nada más llegar a casa, ofrecimos a Juan Alex la posibilidad de elegir entre ocupar la habitación de las visitas en el sótano, donde tendría más holgura, más intimidad y comodidad, o estar con nosotros en la primera planta, cediéndole la habitación de nuestra hija pequeña, y que ella durmiera con los hermanos. Su respuesta fue: "yo prefiero darles a ustedes su espacio, y que tengan intimidad; casi mejor el sótano". Yo alucinaba. No podía imaginarme un "niñato" de 16 años de los de aquí, dando una respuesta tan educada y considerada, y no colocando sus intereses lo primero. Le dijimos que si él estaba en casa, era de la familia, y que lo fundamental era que estuviese a gusto. Se decantó sin vacilar por estar con nosotros. Ellos allí duermen muchos en cada habitación. Las personas que sufren y tienen que sobrevivir se arriman unos a otros. Se dan calor como los pingüinos en plena tormenta de nieve. Nosotros cada vez nos aislamos más. Nos separamos en nuestras habitaciones con televisores y ordenadores individuales. Juan Alex, sin embargo, lo que más valoraba era un ratito de conversación, los seis "arremolinados" en el sofá bajo una manta compartida. O los abrazos sinceros después de unas pocas horas sin vernos. Mi Pablo me dice que nunca ha sentido un abrazo tan "de corazón" como los que le daba él. Segunda gran enseñanza.
Mi segundo hijo tuvo la gripe esos días y llegó a los 40 de fiebre. Juan Alex cuando volvía a casa lo primero que hacía era pregunta por él. Pero se ve que la gripe también le tocó. Una mañana era imposible levantarle. La ronquera apenas dejaba escucha su voz. Le dolía todo el cuerpo. Y ardía su frente. Le dije que quizás tendría que quedarse en casa ese día. Que así no podría dar ningún concierto, ni visitar colegios o institutos. Él, con una contundencia desconocida para mí en chavales de 16 años, lo rechazó de plano. Debía estar con sus compañeros. Codo con codo. Había tocado el bajo en conciertos incluso con una fuerte infección en un brazo. Y ésta no iba a ser una excepción. Ellos eran una "piña", y no se iba a escaquear" por una gripe. La solidaridad con sus compañeros, el sentimiento de pertenencia, y su sentido de la responsabilidad eran mucho más importantes que su estado de salud. No cabía hablar de MI gripe. MI dolor. MI situación. Él sólo pensaba en el NOSOTROS. Tercera enseñanza.
Estuve inquieto todo el día. Me temía que, a pesar de sus buenas intenciones, llegará "hecho polvo" y aún peor por la noche. Cuando llegó a las diez y media, tras una larguísima jornada de visitas y conciertos, estaba como una "rosa". Mejor que nunca. No lo podía creer. Mejor incluso que los días anteriores. Le pregunté cómo era posible, habiéndole visto esa misma mañana tan griposo. Sus sabias palabras me dejaron boquiabierto: "La enfermedad, en gran medida, es mental. En nuestro interior tenemos todas las herramientas para curarnos de lo que sea. Y si no queremos dejarnos caer podemos lograrlo". Impresionante. Y no sólo aplicable a la enfermedad. Quizás también en la consecución de un mundo mejor. Cuarta enseñanza.
Fueron unos días de febrero de bastante frío, y dado lo desabrigado que venía, decidimos comprarle un chaquetón. Apenas llevaba nada consigo en su maleta. Tan sólo los CDs que iban vendiendo y algunos recuerdos regalados por familias anteriores en su ruta. Es curioso cómo las personas que apenas tienen posesiones o propiedades sienten un gran desapego por lo material. Juan Álex llevaba dos años sin gafas graduadas, a pesar de necesitarlas, porque se le rompieron las anteriores, y sus ojos necesitaban protegerse del sol. Le dí unas gafas mías recién compradas, que usó durante varios días, pero que no quiso llevarse a Perú pensando que yo las necesitaría. El último día, para sorpresa de todos, no permitió bajo ningún concepto que mi hijo Pablo, con el que había trabado amistad, no aceptara quizás una de sus más preciadas (y únicas) posesiones: una camiseta de fútbol del equipo "Alianza Lima". Mi hijo (y nosotros) no podíamos dar crédito. Regalaba sin pestañear una de sus más preciadas posesiones por agradecimiento y amistad. Ahora es difícil que Pablo se cambie de camiseta. Quinta enseñanza.
Mis tres hijos, durante la semana que estuvo él en casa apenas discutieron o rivalizaron entre ellos, como suele ser habitual. El tipo de relación con Juan Álex no lo propiciaba. No había rivalidades, ni divisiones, ni protagonismos, ni individualismos, ni "es mío"... Tan sólo hablar de corazón a corazón. Aprendiendo unos de otros. Con las virtudes y defectos de cada uno. Y cuando eso sucede, nos quedamos desarmados todos. Sexta enseñanza.
Son muchas enseñanzas para tan pocos días. Y hubo muchas más. Y de un chaval de 16 años. Ahora entiendo como nunca lo de "Dejad que los niños se acerquen a mí". Está claro que cuanto más tenemos o más "adultos" nos creemos, "desaprendemos" a ser humanos. Y cuanto menos tienes, o más sencillo eres, más valoras lo auténtico y más te desapegas de lo superficial. Se nos olvidan los principios de una vida plena. Trato de transmitir a mis hijos esos principios, pero lo que nos rodea nos puede. Algo habrá que hacer...



10 comentarios:

Pako dijo...

Juan Alex es tan sensible, tan especial... que en su despedida no me dio las gracias de palabras sino de corazón, tenía tanto en su interior que su energía inundó mi interior. A él, como a otros muchos, los llevaré conmigo... porque en este sentido, debemos de cargarnos de lo positivo y dejar que lo negativo sólo conviva pero que no nos contamine.

Cardamomo dijo...

Desde luego, esa madurez y sabiduría, esa generosidad y consideración por los demás no abundan entre nuestros adolescentes. Otra cosa no, pero adolescentes de esa edad he conocido miiles a lo largo de estos años, y no son estos los comportamientos habituales. ¿Serán resultado de la educación que se desprende de esta sociedad de la abundancia? Probablemente. De todas formas, parece que este amigo vuestro es una persona muy especial y sensible, habéis sido afortunados de conocerle y compartir ese tiempo con él, lo mismo que para él ha sido una suerte encontraros.
Saludos.

Miguel Ángel Romero Sala dijo...

Muchas gracias por el testimonio y por compartir las enseñanzas. Yo según lo leía he ido tomando conciencia de las que expones y de otras cuantas.
- si nuestros adolescentes no muestran este tipo de conductas, de valores y de espiritualidad, en vez de señalarlos a ellos, ¿no deberíamos señalarnos a nosotros?
- abrirse a la vida, suele provocar que entre aire fresco. Habéis sido "valientes" al romper la rutina y salir de la zona de confort, y además habéis sabido generar un clima de escucha y de compartir. ¿No podemos hacer esto con nuestro vecino al que no saludamos en el ascensor o al aparcar a su lado? ¿por qué no "explorar" con igual intensidad a los que tenemos cerca, haciendo de lo cotidiano experiencia de vida? El "turismo humano" sigue siendo una actividad enriquecedora, inagotable y gratuita. ¡Animémonos a descubrir a los que viven al lado!

Gracias de nuevo por vuestro testimonio y por esta bonita y necesaria iniciativa.

Saludos conmovidos.

Cristóbal Gómez Mayorga dijo...

Gracias por compartir sentimientos y saberes. Me he emocionado. Me ha llegado al alma.
Yo también aprendí mucho esos días.
Ser capaz de ver tanta enseñanza te hace grande.
Gracias.

Antonio José Sáez Castillo dijo...

Qué gran experiencia para una familia la que habéis compartido con este chaval. Gracias por compartirla con todos. si todos viviéramos en la humildad y en la sencillez otro gallo nos cantaría. Un saludo desde Linares, de otro familia que se ha autobautizado (con permiso) como familiflauta.

Familia de 3 hijos dijo...

¡Bienvenidos a la familia Familyflauta!
Un abrazo

Anónimo dijo...

Gracias por vuestras enseñanzas, de vuestros antiguos vecinos de Linares, Lina y Jose Ignacio

Lina y Jose Ignacio dijo...

Posibles pensamieento de niños, sobre las Palabras de Jesús del próximo domingo

DIÁLOGO

Carlos.-“Yo soy el Buen Pastor”. Con estas palabras, Jesús se pone a nuestra disposición: ¡El amor se pone al servicio del hombre!

Agustín.-El Buen Pastor, es aquel que cuida de sus ovejas, hasta dar la vida por ellas, como Jesús la dio: ¡Siempre lo tendrás a tu lado, siempre tendrá tiempo para estar contigo!

Ana.-El Buen Pastor, no pierde la paciencia. Y cuando alguna oveja es despistada o revoltosa, la abraza en su regazo, y la cuida desde más cerca.

Lucía.-Y si eres una cabra loca: ¡No te preocupes! “Jesús siempre espera que bajes de la montaña, y si no bajas, Él irá en tu busca”

Carlos.-“Señor” ¡Ten paciencia con nosotros! A veces, como las ovejas, “no levantamos la cabeza del suelo”. Solo pensamos en nosotros mismos, y el egoísmo nos aleja de tu amor.

Agustín.-Otros pastores son nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros catequistas, nuestro párroco. ¡Ellos lo dan todo, a cambio de nada!

Ana.-A vosotros nuestros pastores os pedimos: ¡No nos dejéis mucho tiempo solo! Porque ya sabéis: ¡La cabra tira para el monte! “Necesitamos de vosotros”

Lucía.-¡Y en el monte!: Está la consola, la pereza, la televisión, el internet. Y pueden ser la fábrica de niños solitarios, egoístas. Amar se aprende conviviendo con las personas.

Carlos.-¡Jesús! Pronto muchos niños, van a hacer su “Primera Comunión”. ¡Te pido que no sea la última! Queremos recibirte cada domingo en la Eucaristía.

Agustín.-Y no seáis torpes. ¡No es la fiesta de Despedida! Es la fiesta de “Bienvenida” Recibir a Jesús cada domingo “ES LA GRAN FIESTA”

Ana.-Y vosotros padres, no nos dejéis que nos invada la apatía, la pereza. Si queréis que la semilla de Jesús caiga en nosotros, traednos cada domingo a recibirlo.

Lucía.-¡Y recordad!: Amar, no se aprende en los libros, ni está en las leyes de los políticos. “AMAR ES FRUTO DE VIVIR UNIDOS A LA FAMILIA Y A JESÚS”. Si te unes a la parroquia, te ayudaremos a conseguirlo.

Carmen dijo...

Es tan bueno compartir vivencias con gente de otras culturas. Siempre enriquecedor. Yo tengo la suerte de convivir en una residencia universitaria con personas de diferentes países de Sudamérica y de África y no hay día que no me enseñen algo nuevo sobre su cultura o su forma de vida. No se, me da la sensación de que en España hemos perdido valores y principios en esa falsa comodidad en la que hemos estado viviendo durante tantos años y ahora, sobre todo al encontrarnos en una situación de crisis financiera están reflotando toda esa escasez humana que no hemos desarrollado.
Por eso creo que debido a la suerte o la desgracia de vernos en esta situación, podemos aprovecharla para reconstruir de nuevo sobre nuestras ideas, una sociedad en la que no prime el egoísmo del pasado y en la que todos esos valores humanos refloten entre tantos seres casi inhumanos.
Sigo creyendo en el ser humano, y personas como este chico me lo demuestran.
Un saludo y enhorabuena por este blog tan real y sincero.

Anónimo dijo...

Gracias por compartir esta experiencia. Esos "abrazos sentidos" no son comunes.