domingo, 15 de abril de 2018

Yide Bikoue

Ya me apetecía conocerle en persona, la verdad. Es un lujo tener amigos virtuales que están trabajando por todos los rincones del mundo, impulsando un mundo mejor. Pero no hay nada como el abrazo, la mirada, y el lenguaje no verbal de la presencia física para sentirte aún más cómplice de héroes como él, y su querida Denise.  Se hacía complicado ese encuentro en persona para consolidar los proyectos conjuntos y avanzar en nuevos retos. Hace unos días se produjo esa fugaz reunión. Demasiado efímera para tanto por compartir. Pero aún había mucha gente a la que visitar, muchas redes que tejer, muchas sensibilidades que tocar, y pocos días aquí en España.
Herminio, Denise y algunos de sus chavales de Yide Bikoue
De su Córdoba natal, y de su vida como empresario joyero, Herminio pasó a vivir a cinco mil kilómetros en Ngaoundere, al norte de Camerún. Paco y Dulci lo conocieron allá por Perú, en aquella comunidad de niños de Lima que supuso el germen de nuestro querido proyecto de ADAPA. Y desde entonces Herminio quedó tocado. Y decidió, él también, transformar el mundo, a través de su compromiso con la infancia. No sabía cómo ni dónde. Pero cuando uno visualiza su misión, y pone sus energías en ese empeño, no hay nada que le pare. Y mágicamente se suceden todo tipo de confluencias cósmicas, sincronicidades y casualidades para que eso sea así. El ofrecerse al universo hace que la misión surja. A fin de cuentas hay tanto donde arrimar el hombro...
Chavales de la calle en Ngaoundere
Dejó su negocio de joyería, y se embarcó en la locura de recorrer África en bicicleta para recaudar fondos solidarios.Pero un amigo de una amiga le abrió antes las puertas de Camerún para que conociera la realidad de un continente tan duro. Y vaya si lo conoció. Se estrelló de lleno con un proyecto de emprendimiento social, y fue engañado en multitud de ocasiones. Es lo que sucede en los lugares en los que la supervivencia es lo primero, por encima de lealtades y compromisos éticos. Aprendió la lección. Y sintió que un entorno difícil no le iba a alejar de su vocación por los niños. Sobre todo siendo la necesidad allí tan acuciante. Por medio se cruzó Denise, su actual esposa, que conocía en sus propias carnes cómo es la vida de la calle en Camerún: sin duda durísima, especialmente para los niños varones. Cientos de ellos vagan por las calles sin rumbo, sometidos a vejaciones y abusos sexuales, enfrascados en multitud de peleas y disputas, y esnifando cola a todas horas. 
Fiesta en Yide Bikoue
Cuando te enamoras y decides iniciar una vida en pareja, sueles encerrarte en una burbuja idílica, y andas extasiado y casi atontado. Probablemente eso también le pasó a esta pareja, como a todas. Aunque poco tiempo tuvieron para embobamientos. Esa llamada de las entrañas a veces se hace demasiado apremiante, cuando la realidad es tan tozuda. Y la de los "nangaboko" (los niños de la calle) allí lo es. Así que no saben cómo, pero decidieron hacer compatible su matrimonio con la vida en comunidad que poco a poco han ido creando en su casa. Al principio fue en una casa destartalada sin luz ni agua, viéndose obligados a traer agua en bidones. Y actualmente están en otra que al menos les permite tener literas, agua, luz, y un comedor.
Los chavales de Yide Bikoue
a la entrada al cole (fila derecha)
No debe ser fácil tener veintitrés chavales en tu casa en continuo vaivén hormonal, en trifulcas frecuentes y con los caprichos habituales de la edad, tras un pasado tenebroso como el suyo. No debe ser nada fácil todo el papeleo administrativo para gestionar un proyecto social como este. Tampoco debe ser fácil gestionar los uniformes, las clases particulares y las de karate, para que poco a poco recuperen su autoestima, su confianza y quizás un futuro que andaba más que perdido. Y desde luego no debe ser nada fácil compatibilizarlo con tu vida matrimonial, y con la llegada de tu segundo hijo, que es en lo que Herminio y Denise están ahora. Pero ellos dicen que, superadas las primeras tres o cuatro semanas tras la llegada de un chaval a su casa, la recompensa vale mucho la pena. Los chavales empiezan a sentirse parte de una gran familia, y poco a poco actúan como chicos de su edad. Eso sí, respetando las normas sagradas de la casa: no robar, no mentir, y no pegarse.
Después del café compartido con Herminio mientras Rayco, el hijo de Paco, correteaba entre las mesas de la cafetería, te entran ganas de dejarlo todo y hacer una locura como la que hizo nuestros camerunés cordobés. Y te parece poco el dinero que desde ADAPA hemos aportado para la lavadora y el congelador de su proyecto Yide Bikoue ("El amor de los niños"). O el que enviamos mensualmente para el apadrinamiento de Josoufa, uno de los chavales del proyecto, que con toda naturalidad narra las barbaridades que le ha tocado vivir con tan corta edad. Por eso habrá que involucrarse en tender más puentes con ellos. Habrá que ayudarles a tener un espacio más digno y espacioso, porque se les parte el corazón al decir que "no" a nuevos inquilinos por imposibilidad física de acogerlos en su actual casa.
Dice el Talmud, y lo repetía la película "La lista de Schlinder", que "Quien salva una vida salva al mundo entero". Sin duda no puede haber mejor frase que describa el mundo holográfico en el que vivimos. Herminio y Denise van camino de salvar varias decenas de mundos enteros. Y no va a haber más remedio que involucrarse aún más en su tarea.


NOTA: Si os parece bien, iniciamos con este post el apoyo solidario a este proyecto de Yide Bikoue, de Herminio y Denise. Ya sabéis que este post se publica, como todo lo que escribimos, de forma gratuita y en abierto tanto en nuestro Blog como en nuestro Patreon. Pero si te gusta lo que escribimos, te ayuda, te sientes en gratitud, y quieres también impulsar un mundo diferente para vivir con nosotros, puedes colaborar en nuestros proyectos solidarios colaborando con una cantidad simbólica (desde 1€/mes) en nuestro Patreon Solidario.

1 comentario:

MONTSE A.S. dijo...

Muy buena iniciativa, gracias, lo compartiré para que os conozca más gente.