martes, 16 de agosto de 2016

Mellizos

Siempre lo consigue. Aunque no lo pretenda. Es como si se guardara un enorme as en la manga para sorprendernos todavía más que la última vez. Pero así es la VIDA con mayúsculas: exultante, apasionante y sorpresiva. Mucho más que cualquier película o cualquier libro. Y como le pasa al agua en su discurrir hacia el mar, nada ni nadie puede interrumpir su fluir.
Elena quería llegar a esa familia. Mi primo y su mujer lucharon hasta el extremo para que así fuera. Ni la enfermedad, ni las leyes, ni el "qué dirán" lo iban a impedir. Ni por supuesto el nombre que se le diera al "cómo": parto natural o cesárea, fecundación in vitro o inseminación artificial, adopción o gestación subrogada... El nombre de la cigüeña es sólo una etiqueta mental que ponemos, y las almas y la VIDA están por encima de ello.
Elena ya lleva dos años con ellos. Esa familia es su sitio, sin lugar a dudas. Sólo hay que verla cómo se ríe y cómo crece rodeada de un amor inmenso. Es extremadamente feliz. Y por eso, hace algo más de un año, sus padres accedieron a contar su historia en televisión, para que los nombres y los "cómos" no le ganaran la batalla al fluir de la VIDA. Quienes los conocen saben lo que les debió costar, porque les caracteriza la modestia y huyen del exhibicionismo. Pero debían compartir su felicidad y su aventura, por si servía a otros, y de paso romper tabúes y prejuicios. El programa fue precioso, porque se centró en la parte humana, sin posicionarse ni tratar de convencer a nadie. Lo compartí en mi facebook, y mi primo pulsó el "me gusta". Y a raíz de eso, Kim, la gestante de Elena, lo vio por internet en Estados Unidos y se hinchó de llorar de la emoción. Su gesto con Elena había hecho que una familia fuera extremadamente dichosa. No hay mayor regalo que la vida y la felicidad. Y hay gente que es generosa hasta el extremo en ese dar. Por eso, tras ver el programa, llamó de inmediato a mi primo y a su mujer, y les compartió una locura. Sería sin duda la última oportunidad que tendría, por edad y por los partos anteriores de sus propios hijos. Pero había decidido por última vez ser de nuevo canal de VIDA para otra familia. Y quería que ellos fueran los primeros en saberlo, porque era mucho lo que habían compartido: muchos e-mails, muchas ecografías, muchas confidencias, muchas horas en el hospital...No hay nada como la generosidad y la gratitud para unir a las almas, y para que la VIDA con mayúsculas fluya. ¡Y vaya que si fluyó! No habría otra oportunidad así para que Elena tuviera un hermanito o hermanita. Hacía falta mucha valentía para dar el paso, y lanzarse al vacío, pero lo dieron. Se liaron la manta a la cabeza, y se pusieron manos a la obra.
Ahora son familia numerosa. Lucía y Pablo acaban de cumplir un mes de vida. Y donde hubo preocupación y tristeza ante la enfermedad y ante una paternidad o maternidad frustrada, hoy brota un enorme gozo, y la VIDA sigue haciendo de las suyas. 
Podríamos contar las mil y una peripecias que tuvieron que vivir en los preparativos, durante el embarazo, y sobre todo en el regreso a España con los tres retoños. Podríamos hablar de los pañales que les está tocando cambiar, de las poquísimas horas de sueño, o de su nueva logística familiar. Pero probablemente eso es lo de menos. Nosotros hemos compartido unas horas con ellos, en nuestro regreso tras unos días de playa. Y contemplar a esos niños mientras les dábamos el biberón te reconcilia con la existencia. Ni preocupaciones, ni agobios, ni anhelos, ni prisas, ni ansias...Sólo SER y VIDA. ¿Hay quizás algo más importante? ¡Como para no apostarlo todo a esa carta!


NOTA: Este contenido, como todo lo que compartimos, no tiene ningún afán de lucro para nosotros, sus autores. ¡Bastante premio estamos teniendo con los aprendizajes y con las personas que estamos conociendo por el camino! Sin embargo nos encantaría que nuestras creaciones (escritos, vídeos, audios, recetas, remedios caseros, etc) acaben beneficiando ese "mundo mejor" a través de entidades solidarias que apuestan por él. Por eso, algunos de esos contenidos los subimos a nuestra página en Patreon (https://www.patreon.com/familiade3hijos) para disfrute de quienes estáis colaborando en esos proyectos solidarios, aunque sea con 1 simple euro al mes. Basta con pulsar en el botón rojo de "Become a patron". ¿Queréis ser nuestros cómplices, aunque sea con algo simbólico? ¡¡GRACIAS!!

viernes, 5 de agosto de 2016

Medallas

Es época de medallas. Y no lo decimos por los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. El famoso lema olímpico "Citius, Altius, Fortius" ("Más rápido, Más alto, Más fuerte") se ha prostituído. No se trata de ser el primero en rapidez, altura, fuerza, o en cualquier disciplina deportiva. Se trata de dar lo mejor de nosotros mismos, llevando a su máxima expresión nuestros dones y talentos, al margen de lo que consigan los demás. Se trata de una carrera contra nosotros mismos, no para humillar o doblegar al contrario. Y en esta tesitura, "lo esencial no es ganar, sino participar". Sin embargo, estos tiempos nos dictan lo contrario.
La hija de uno de nuestros mejores amigos lo ha sufrido en su carnes este año. Participa con abnegación en una liga de baloncesto cuyo objetivo es fomentar valores, camaradería, y "fair play". Sin embargo eso casa poco con un entrenador que pretende dar sentido a su trabajo a base de medallas y con unos padres que pretenden curar sus frustraciones con los éxitos de sus hijos. Por eso para la final, ni convocaron a su hija. Le cerraban las puertas del partido más importante de su vida; aquél para el que se había preparado durante meses. El argumento era claro: con ella no tenían garantizada medalla. ¿Medalla? ¿Vale más un trozo de plástico colgado al cuello, que el desconsuelo de verse apartada y señalada? Para aquel entrenador y el resto de padres, sin duda. Ganaron y ya tienen su trozo de plástico. Y ahora a mi amigo le toca batallar para hacer recordar que se trata de un juego de niños; que lo importante no es ganar, sino divertirse y recorrer ese camino de superación personal; que una medalla conseguida con gritos y con exclusiones no vale la pena. 
¿Cuándo nos olvidamos de que lo importante no es el resultado sino el camino? Se crean tramas criminales para posibilitar el dopaje de atletas, y con ello garantizar más medallas jaleadas por audiencias de millones de personas en los medios de comunicación. Y esta obsesión por las medallas, llega a todos los rincones, incluso en los logros menos deportivos: el político de turno busca colgarse medallas aunque no haya tenido nada que ver en su consecución, o incluso haya remado en contra. Si lo vives de cerca, como nos ha pasado a nosotros con nuestra reivindicación de la educación musical, es sonrojante. Pero hay personas que se han convertido en verdaderos profesionales de la medalla y del titular de prensa, sin entrenar, y sin ni siquiera presentarse a la carrera. Esos son los tiempos que nos ha tocado vivir.
Por suerte, esta obsesión por las medallas, que no es más que la obsesión por el ego, depende de cada uno. Creemos que vale más la pena guiarse por el equilibrio, y por el cultivo de nuestros dones y talentos, que por un trozo de metal o plástico, o por un titular de prensa.
Nuestra hija dejó la natación profesional hace un año. Probablemente no llegará a participar en unas Olimpiadas, como nos auguraba alguno de sus entrenadores. Pero es hoy una niña más equilibrada, más feliz, y con decenas de pasiones a las que dedica sus energías. Por supuesto sigue nadando por puro disfrute y superación personal. Y porque una sirena no puede dejar de nadar.


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