domingo, 24 de julio de 2016

Gota a gota (Historia de una reivindicación - 3ª parte)

Nos suelen llamar utópicos. Y quizás lleven razón. Pero a veces es bueno desafiar a las utopías y hacerlas realidad. Gota a gota se traspasa el latón. Gota a gota surgen bellas estalactitas en las profundidades de cuevas milenarias. Y gota a gota se pueden hacer imposibles, quizás porque nunca creímos que lo fueran.
Nosotros teníamos claro que teníamos que llamar la atención del político y del burócrata para nuestra reivindicación. Sabíamos que con marchas musicales lúdico-festivas, no iba a ser suficiente. Con eso no íbamos a doblegar a un Leviatán del tamaño de la Junta de Andalucía, con una estructura descomunal. Había que ir mucho más allá. Pero ni en nuestra propias filas nos entendieron muy bien al principio. Así que empezamos a hacer camino al andar con un reto enorme: llamar la atención sobre nuestro pequeñísimo problema, con ciudadanos cada vez más desmovilizados y menos participativos, incluso para cualquier reunión informativa.
A algunos políticos lo que les preocupa es que su imagen y la de su partido no se vean menoscabadas. Así que como familia creamos una petición en internet en la plataforma Change para recabar firmas de todos los lugares del mundo sobre nuestra problemática con la educación musical. Y a muchos funcionarios, lo que les preocupa es que técnicamente la propuesta sea viable. Por ello hizo falta desmontar el argumento manido de "en tiempos de crisis no se puede hacer nada" y tuvimos que elaborar un extenso informe de viabilidad que corroboraba nuestra visión. No fue fácil, porque estamos convencidos de que, para que te den la razón, realmente debes tenerla. Y para tenerla, debes procurar no perjudicar a otros. Por eso nos rompimos la cabeza en buscar una solución sencilla, razonable, justa, sin coste, y que se pudiera implantar en otros lugares. Bueno, bonito y barato.
Pero ése no era más que el comienzo. Ahora tocaba poner en marcha todo el tinglado. En octubre de 2013 creamos un boletín informativo y la campaña en Change; en enero de 2014 iniciamos el acercamiento a otras asociaciones de la provincia con el mismo problema para unir fuerzas; en abril logramos la aprobación de la Asamblea del AMPA y del Consejo Escolar a nuestro informe de viabilidad; en mayo la Junta de Personal Docente, agrupando a todo el profesorado de la provincia, respaldó por unanimidad nuestra petición; en septiembre creamos 5 grupos whatsapp para coordinar a los familias; se sucedieron decenas de apariciones en prensa, radio y televisión; en noviembre nos incorporamos a la Presidencia del AMPA para impulsar la petición a nivel institucional y nos reunimos con el Jefe de Planificación Educativa de la Delegación; en enero de 2015 nuestra petición es tramitada a Sevilla, y en febrero nos informan del "no"; nos planteamos abandonar: unas veces se gana...y otras se aprende; quizás aún no lo habíamos aprendido todo y tocaba continuar: iniciamos contactos políticos, y creamos una difusión por whatsapp con los políticos municipales para que todos estén informados igualmente y en el mismo momento; se logran mociones urgentes en varios Ayuntamientos de la comarca; en marzo llegamos al máximo escalafón y nos reunimos con el Consejero de Educación esperándole a la entrada de un mitin. Era campaña electoral, y hasta entonces nadie se había querido "mojar", aunque nuestra petición había superado todos los filtros jurídicos y administrativos. Era momento de hacer el triple salto mortal, y conseguimos un intermediario ante la Junta. Con no poco esfuerzo abarrotamos el salón de actos del conservatorio, para evidenciar que detrás de todo esto había muchos votos en juego. Los resortes políticos se movieron, y en mayo la Delegada de Educación anunciaba públicamente una prueba piloto en nuestro centro. Muchos cantaron victoria. Nosotros no. Era un paso clave, porque se habían retratado ante prensa, radio y televisión, y si daban marcha atrás tras las elecciones habría material suficiente para reclamar el compromiso adquirido. Y hubo marcha atrás. De mayo a septiembre cambió el titular de la Consejería, y se hizo un silencio sepulcral en la Junta de Andalucía y en nuestros intermediarios políticos. La consigna parecía ser clara: a ver si se olvida esta cuestión por el paso del tiempo y por puro silencio. De nuevo fue un momento crítico, en el que el desánimo rondó nuestras cabezas. Pero optamos por hacer ruido con una huelga general, con constantes presencias en los medios de comunicación, con varios vídeos reivindicativos que se convirtieron en virales, y con decenas de miles de tuits en las distintas campañas electorales de ese año. En octubre los periodistas le sacaron el problema a la nueva Consejera en una visita a la comarca en la que no fuimos recibidos, y anunció su decisión de postergar las enseñanzas musicales a un segundo plano. Abrimos conversaciones con el Defensor del Pueblo, y con varios parlamentarios en abril de 2016. Creamos un grupo whatsapp con parlamentarios de educación de todos los grupos políticos y redactamos un borrador de Proposición No de Ley (PNL) , que finalmente se presentó en el Parlamento en junio de 2016. El 29 de junio en un debate inédito por su elegancia y unanimidad, se aprueba la PNL que insta a la Junta a mover ficha. Dos semanas después la Consejera y el Director General vienen a  nuestra comarca a reunirse con nosotros y anunciar la ejecución de lo que pedíamos.
Este resumidísimo itinerario estuvo jalonado de contratiempos y muy malos momentos. Y probablemente la clave para que finalmente hayamos vencido ha sido que no nos aferramos a un resultado ni a un plazo: fuimos aceptando y aprendiendo de cada paso y bofetada. E hicimos en cada momento lo que creíamos que tocaba, sin obsesionarnos con el resultado ni el paso siguiente.
Es importante que la causa sea justa. Es importante que beneficie al bien común. Y es importante hacerse sordo a los agoreros. Pero sobre todo es importante saber que los vencedores son soñadores que nunca nunca tiran la toalla. 

viernes, 15 de julio de 2016

Bien Común (Historia de una reivindicación - 2ª parte)

El pasado lunes fue un día muy esperado en casa. Tanto nuestro hijos como nosotros habremos soñado con este día decenas de veces en los últimos dos años. Muchos malos ratos, y muchas bofetadas por el camino nos hacían desear el fin de esta pequeña pesadilla. Por fin la Junta de Andalucía reconocía la pertinencia de nuestra reivindicación, y en rueda de prensa conjunta con la Consejera de Educación y el Director General de Planificación nos daban la razón y anunciaban que nuestra iniciativa se colocaba como referente y punta de lanza para otros centros de Andalucía ( http://ow.ly/EFrB302i4x7 ). Más adelante contaremos pormenores del camino recorrido para animar a otros inconformistas a hacer realidad sus utopías. Hoy no toca.
De joven leí una frase de Margaret Mead que se me quedó grabada a fuego: "Un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar el mundo. De hecho, son los únicos que lo han logrado". Me pareció una frase de tal fuerza, que no se me iba de la cabeza, y desde entonces procuré embarcarme en todo tipo de "causas perdidas" en las que la justicia estuviera en entredicho: desde aquella famosa acampada en la Castellana de 1994 a favor del 0,7% por la pobreza, hasta una huelga de hambre en el Colegio Mayor por una injusticia penitenciaria, pasando por centenares de firmas en plataformas de internet como Change o Avaaz, y decenas de proyectos en distintas ONGs. Pero nunca tuve sensación de poder transformar la realidad colectiva como ciudadano. Hoy sí. Hemos saboreado esa esencia mágica y merece ser compartida, a ver si ese "pequeño grupo de ciudadanos" se convirtiera en una aplastante mayoría.
La pregunta del millón es: ¿por qué se trata de un pequeño grupo? ¿Acaso no deseamos todos un mundo mejor? Quizás eres de los que piensa que "esto no hay quien lo cambie", o que "todo el mundo va a su bola". Y ello te lleva a bajar los brazos. Pero a lo mejor se debe a que nos guía sólo "nuestra" verdad, y no el "bien común", que como le sucede a su primo, el "sentido común", es muy poco común.
¿Sabéis cuál ha sido el peor enemigo de estos largos meses de lucha reivindicativa? No han sido ni los políticos sordos ni el ninguneo administrativo. El peor enemigo ha sido el "fuego amigo"; el de aquellas personas cuyos intereses defendíamos, y que se revolvían porque desconfiaban, porque las cosas no llegaban al ritmo o en la forma que deseaban, y volcaban su frustración en nosotros. Pasó al principio con algunos profesores desconfiados; pasó durante la huelga de alumnos para visibilizar el incumplimiento; pasó cuando parecía que lo habíamos conseguido y hubo quien se quejó por no llegarle a tiempo a su hijo; e incluso pasa ahora cuando hay padres a los que les viene mejor otra cosa, aunque sea en perjuicio del resto. Todos estos ejemplos se asientan en el hecho de que lograr cambiar el mundo no va de imponer "mi" realidad, sino de guiarnos por el bien común, y por el beneficio de una mayoría. Y aquí ese "bien común" consiste en evitar que decenas de niños abandonen sus estudios por disfunciones administrativas. De hecho, los hijos de la mayoría de las personas que han trabajado por lo hoy conseguido durante tantos años, nunca pudieron beneficiarse del esfuerzo de sus padres por el bien de la mayoría. Valga hoy el reconocimiento a ese bellísimo esfuerzo que hicieron. Pocos están dispuestos a renunciar a algo suyo por los demás, como ellos lo hicieron.
Cuando decidimos embarcarnos en esta odisea como familia, lo primero que hice fue tratar de reunirme con otras dos asociaciones de la provincia con idéntica problemática a la nuestra, a pesar de algunas opiniones en nuestra propia asociación. Soy un convencido de que "la unión hace la fuerza". La relación con una de ellas fue de lealtad y transparencia, aunque se desligaron por problemas más prioritarios en su edificio. Pero la relación con la otra fue imposible. Tratábamos de conformar un frente común ante la todopoderosa Junta de Andalucía, en base a criterios de economía y eficacia que pudieran hacer torcer el brazo a la Administración. Pero no. Ellos tenían "su" verdad. Y ésta imponía la construcción de un nuevo centro desde cero. Tratamos de explicarles que la normativa actual y la Intervención de la Junta nunca autorizaría una medida así en el contexto actual, y que ello suponía dar solución a unos a costa de otros. Pero no hubo forma. Cuando uno se llena de "su" razón, sólo caben portazos y malas formas. Sentí un rechazo que tardó en cicatrizar meses. Es lo que pasa cuando vas con la mejor de las intenciones, y te dan una patada en el trasero. Pero el destino escribe recto con renglones torcidos. A ese centro, como era de esperar, le denegaron su estrategia hace más de un año de forma categórica, y a nosotros nos respaldaba el Parlamento hace justo dos semanas por unanimidad, y con un debate que vale la pena ver por lo inédito e infrecuente de haber conseguido tal clima de colaboración, compromiso y camaradería entre partidos de distinto color y siglas (http://youtu.be/hPaf3-oNbls). Quizás sean las cosas del bien común. El apoyo a nuestra reivindicación estaba garantizado desde el primer momento, no sólo porque no tenía coste, porque era aplicable en más sitios y porque habíamos superado todos los filtros jurídicos y administrativos, sino porque ya había un compromiso firme que se había incumplido desde hacía un año. Pero ¿qué pasaba con el resto de Andalucía? La Junta de Andalucía miró para otro lado: mejor no complicarse. Y ahí reconozco que tuve un enorme dilema moral: callar y conseguir un aplastante apoyo a nuestra reivindicación en solitario, o luchar por los otros centros andaluces. La patada en el trasero de unos meses antes pesaba mucho, pero los niños de otros centros no tienen culpa de las actitudes, de los egos, o de las negligencias de quienes les representan. Así que opté por lo segundo. Me costó lo suyo, porque para la Junta era abrir la puerta a muchos otros niños, y eso siempre les asusta. Pero si era justo, necesario y sin coste para nosotros, también lo debía ser para otros. Y aunque no era mi responsabilidad, sí formaba parte de ese "cambiar el mundo" del que hablaba Mead. Creo que mi actitud dejó tan descolocados a mis interlocutores parlamentarios, que tras horas al teléfono, conseguimos una resolución que abre la puerta a otros 4 centros y a centenares de niños en los próximos años, que se beneficiarán de lo mismo que hemos conseguido para Torre del Mar. No hemos recibido ningún mensaje de agradecimiento de esos centros. Ni los esperamos. Sólo hemos visto por la prensa que algunos siguen en la batalla del victimismo por no haber sido los primeros, aunque les hayamos abierto las puertas (http://ow.ly/OHAv302i5aF). Nosotros seguimos con la mano tendida a ayudarles y que consigan cuanto antes lo que nosotros ya hemos conseguido. La lucha por el bien común va de justicia y va de conexión con el UNO que todos somos, y no de localismos, de victimismos, de batallas de unos contra otros, o de agradecimientos que engordan el ego. Como bien decía Eduardo Galeano: "Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos". En esas estamos.
(CONTINUARÁ)

sábado, 2 de julio de 2016

Historia de una reivindicación (1ª parte): Oídos sordos

En septiembre quizás cantemos victoria. Aún no. Toca ser prudentes. La experiencia de incumplimientos anteriores obliga a ello. Pero sí es momento de empezar a hacer balance. Queremos compartir todo lo vivido en esta larga reivindicación, como forma de animar a muchos inconformistas que quieren impulsar un mundo diferente para vivir y no saben cómo. Vamos a compartir nuestras tácticas y estrategias, pero también nuestra soledad, nuestros momentos de abatimiento, y las satisfacciones del camino. Hemos llegado a reunirnos con un Consejero de Educación, y con un Director General. Hemos hablado ante decenas de medios de comunicación. Hemos iniciado gestiones con el Defensor del Pueblo. Hemos redactado una Proposición No de Ley para el Parlamento, y hemos organizado un grupo whatsapp con los parlamentarios de todos los grupos. Hemos logrado que el Parlamento Andaluz respalde nuestra petición de forma unánime, y hemos forzado que la medida sea también aplicable a otros centros andaluces. Hemos dedicado cientos de horas a una batalla que, quizás nuestros propios hijos no van a poder disfrutar. Y por el camino hemos recabado desprecio, censura, insultos e ingratitud, incluso de personas que se van a ver beneficiadas por nuestro esfuerzo. Pero esto lo hacíamos no por gratitud, sino por justicia. Y también por dar un ejemplo a nuestros hijos, que quizás no se les olvide nunca. Por eso esta historia merece ser contada, cantemos o no victoria en septiembre.
Si por cada frase de desánimo que hemos recibido como familia en estos casi tres años nos hubieran dado un céntimo, hoy seríamos millonarios. A veces nos hemos sentido como un saco de boxeo, al que todo el mundo lanzaba sus malos augurios, sus desesperanzas, y sus frustraciones. "Esto jamás se podrá conseguir". "Son muchos años de lucha, y nadie lo ha logrado". "Si no se ha conseguido, por algo será". "¿Para qué esforzarse, si no va a servir para nada?"
Hay quien nos ha preguntado por qué nos embarcamos en la reivindicación por conseguir ampliar los estudios musicales en la Axarquía dos años más, y con ello mitigar el enorme abandono de tantos y tantos chavales de sus estudios tras nada menos que seis años de esfuerzo a sus espaldas. No fue por afán de notoriedad. Tampoco por labrarnos una carrera política, aunque hayan llegado ofertas por el camino. Hubo quien incluso nos acusó de hacerlo por motivos meramente personales y por beneficiar a nuestros hijos con esa medida. El hijo mayor ya no lo podrá disfrutar, y los otros ya veremos. Pero realmente nunca nos embarcamos en esta odisea por interés personal o familiar.
La verdadera razón está en esta frase: "Haz lo que digo, pero no lo que hago". Es una frase que representa la educación que muchos padres dan a sus hijos: mejor insistir en el mensaje, porque con nuestros hechos poco ejemplo les vamos a dar. Pero realmente, ello supone tal desconexión entre lo que se piensa, se dice, se hace e incluso se siente, que así de desequilibrados estamos muchos adultos, y así se lo estamos trasladando a nuestros hijos. Creemos sinceramente que lo que más falta en el mundo actual es equilibrio entre esas áreas del pensar, decir, hacer y sentir. Si creemos que es importante transmitir a nuestros hijos que son capaces de conseguir TODO lo que se propongan, y que si lo pueden imaginar, son capaces de crearlo, no basta con decirlo: hay que hacerlo. Sobran los charlatanes. Sobran opinadores y tertulianos. Sobran entrenadores de fútbol sentados en su sillón. Y falta gente dispuesta a dar el paso de poner en marcha lo que dicen hasta las últimas consecuencias.
En estos tres años no ha habido nadie que haya opinado que no tuviéramos razón en nuestra reivindicación. Sin embargo, podemos contar con los dedos de una mano los que se han involucrado activamente en hacerlo realidad. Como decía Quino, nos gustan las personas que dicen lo que piensan; pero por encima de todo, nos gustan las personas que hacen lo que dicen. Entonces, ¿qué sucede? ¿Comodidad? Sin duda para la mayorías. ¿Miedo al fracaso? También. ¿Pánico a sentirse señalado por los poderosos? Puede ser. Pero sea por una razón u otra, con esa actitud, sólo trasladamos a nuestros hijos el mensaje de que las cosas no se pueden cambiar, por muy injustas que resulten. Les decimos que deben esforzarse, que son el futuro, y que de ellos depende cambiar las cosas, pero nuestra actitud es de bajar los brazos, y ellos lo perciben con claridad absoluta. 
Por eso nos embarcamos en esta utopía. Se trataba de no conformarse con una injusticia. Se trataba de alzar la voz. Y se trataba de imaginar una solución y hacerla realidad. Una que fuera justa, razonable, sin coste, y de la que se pudiera beneficiar todo el mundo, y no sólo "mi" círculo de amigos y vecinos. Sabíamos que iba a costar mucho. Nos quedamos cortos: ha costado muchísimo más. Pero tenemos mucha imaginación. Lo vimos claro en la mente. Y si lo imaginamos, es que se puede hacer. Lo más difícil fue hacerse sordo a los agoreros, a los pesimistas, a los derrotistas, y a los que sólo les interesaba su hijo, y no el bien de la mayoría. Pero uno se acostumbra a ponerse tapones y seguir trabajando por el mundo mejor que ve claro en su imaginación. Y éste se acaba haciendo realidad. Una realidad en la que todos los partidos se unen para darte la razón de forma unánime. Una realidad en la que te conviertes en redactor de una proposición de ley que acaba aprobando el Parlamento. Una realidad en la que un simple ciudadano de a pie, protagoniza un cambio importante para centenares de personas por pura convicción.
Hay mucho que contar de esta reivindicación. Hay muchos detalles que aportar para que otros muchos no bajen sus brazos ante las injusticias. Y hay mucho que hacer para que nuestros hijos sean seres equilibrados e impulsen un mundo nuevo. El mensaje de palabra y acción debe ser nítido: si hay que tirar la toalla, que sea en la playa. (CONTINUARÁ)