domingo, 6 de diciembre de 2015

Nuestra Casa de Acogida Pepe Bravo

Tenemos 3 hijos de 14, 13 y 10 años. Son nuestro principal proyecto en la vida, aunque bien sabemos que están destinados a volar. Y cuanto mejor equipados estén para ese viaje, mejor para ellos. Pero en su equipaje es importante que lleven clara una hoja de ruta, un buen mapa que les guíe por los, a veces, complicados caminos de la vida. Y si se pierden, la ruta debe ser clara: UN MUNDO MEJOR.
Por eso, aparte de matemáticas, música o natación, nuestros hijos deben aprender el sentido de la vida. Y por desgracia eso no se aprende en la escuela, ni tampoco te lo cuentan cuando logras tu primer trabajo. 
Más bien al contrario: te suelen entregar un mapa que te lleva a dar vueltas y vueltas hasta perderte. Esa es la razón por la que, desde hace años, decidimos que en casa se viviera en primera persona la experiencia de personas que están luchando de forma decidida por ese MUNDO MEJOR. Y en esa búsqueda nos encontramos con una piedra preciosa: la Casa de Acogida Pepe Bravo, de Alozaina (Málaga). 
Si te dicen de entrada que es una antigua fábrica y que el empresario en lugar de "forrarse" con su venta, dedicó años con su familia a acondicionarla como casa de acogida, ahí huele a "mundo mejor". Si luego vas y descubres que hay personas como Mariló o Nacha que lo han dejado todo por dar una segunda oportunidad a personas excluidas, ese olor a "mundo mejor" se hace más intenso. Pero cuando te involucras en el proyecto y descubres que hay magia por todas sus esquinas, entonces la enseñanza para tus hijos no puede ser más clara: "si todos apostáramos por sitios así, sin duda tendríamos UN MUNDO MEJOR".
Por eso decidimos hacernos UNO con la Casa de Acogida. Hay pocos sitios en los que, de forma tan clara, se vislumbre esa hoja de ruta. Y aunque nos "pilla" a más de una hora de casa, cuando te sientes UNO con alguien, las distancias no son problema. Y desde entonces hemos colaborado como hemos podido: difundiendo en las redes sociales, participando en su campaña de crowdfunding, echando una mano en algún que otro evento solidario...
Ya hace 4 ó 5 años que colaboramos con ellos. Y la magia no ha dejado de manifestarse. Hemos conocido personas que han salido del pozo sin fondo de los intentos de suicidio y tienen su vida normalizada. Hemos entablado amistad con gente hundida emocional y físicamente, que hoy disfrutan de un presente, y sobre todo de un futuro. Hemos visto sueños hechos realidad, como ese deshidratador solar industrial, conseguido por las aportaciones de centenares de personas vía crowdfunding, y que hoy genera recursos para la Casa. Hemos visto cómo un almacén de trastos viejos se convertía en un precioso restaurante solidario gracias a las donaciones de hoteles y restaurantes. Y hemos visto que personas reconocidas que apuestan por la apertura consciencial, veían en la Casa un lugar idóneo para sus encuentros y sus enseñanzas en favor de ese mundo mejor (Emilio Carrillo, Suzanne Powell, Avihay, Julio Simó, Enric Corberá...). Y nos hemos sentido muy acogidos para aportar nuestro grano de arena en aquello que fuera mejorable, y colaborar en los frentes que siempre un proyecto de esa envergadura es lógico que tenga.
Hemos visto también que la magia existe en los libros de contabilidad, porque aún no nos explicamos cómo han podido tener aquí una segunda oportunidad tantas personas, con tan pocos ingresos y con tan escaso apoyo de la Administración. Por eso decidimos también apoyar económicamente el proyecto y hacernos socios hace meses: por ser parte activa de esa magia. Y estamos encantados. En ningún sitio hemos conocido tan de primera mano el fin solidario y transformador al que se destina nuestro dinero. Por eso te animamos a que, incluso con una cantidad simbólica, también te unas a esa magia. Los polvos mágicos están formados de infinidad de pequeñas partículas.
Nuestros hijos se hacen grandes más rápidamente de lo que nos damos cuenta. Y antes de lo que nos demos cuenta, volarán. Esa es nuestra misión. Y en alguno de esos cruces de camino de la vida, deberán decidir. Y quizás recuerden lo vivido con la Casa de Acogida Pepe Bravo. Y entonces tendrán clara la ruta a escoger: UN MUNDO MEJOR.

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