jueves, 26 de marzo de 2015

Niños extraordinarios

Estoy convencido que próximamente la ciencia nos sorprenderá con un descubrimiento increíble: el gen de la "miopía paterna". Si no, no se explica cómo todos, absolutamente todos los padres y madres de nuestro planeta piensan que sus hijos son extraordinarios, y los mejores en las más variadas disciplinas. O si la explicación no está en un gen hasta ahora desconocido, quizás radique en un mecanismo psicológico que nos lleva a los padres a poner nuestras esperanzas y expectativas en que nuestros hijos logren lo que nosotros no fuimos capaces de lograr. Algo así como un mecanismo de la evolución que permite que nuestros anhelos frustrados tengan continuidad en el tiempo gracias a las habilidades de nuestros descendientes.
Nosotros ese mecanismo lo vemos a diario en los entornos de nuestros hijos. En los partidos de fútbol de nuestro hijo mayor ya han prohibido la entrada al recinto a los padres, dada la incontinencia  y agresividad verbal de los progenitores hacia árbitros y contrarios: todo por sus Messis y Ronaldos en potencia. En las competiciones de natación de mi hija pequeña sucede algo similar: se ve a padres extenuados a gritos, e incluso a entrenadores que luchan para que la Mireia Belmonte de turno se dedique en exclusiva a la natación, debiendo abandonar el resto de aficiones, gustos y relaciones sociales. El mundo de la música tampoco es una excepción, y los pequeños Mozarts crecen por doquier en nuestro conservatorio.
Esta semana hemos tenido un episodio especialmente llamativo en unos talleres de ciencia al que asistía nuestro hijos mediano. El contenido era super-entretenido para los críos, pero se generaba un clima de falta de respeto y boicot de muchos de los niños entre sí y contra la profesora. Mi hijo se sintió incómodo desde el primer momento, no sólo porque se impedía el normal desarrollo de la sesión, sino porque en casa trabajamos mucho el tema del respeto al prójimo. Le insistí en asistir a las siguientes sesiones, por si había sido una mala casualidad. Pero tras 3 sesiones, la tónica se repetía, y hemos decidido darle de baja. La explicación "oficial" es que se trata de un entorno más libre y menos normativizado que el de una clase reglada, y casi que es el peaje a pagar con chavales con esas capacidades.
Nosotros pensamos que a veces a los padres "se nos va la pinza", y que ponemos todas las esperanzas en una o varias habilidades de nuestros hijos. O bien con la esperanza de que "nos saquen de pobres" o bien con la de garantizarles al menos un cierto futuro. Pero ese diagnóstico creo que es equivocado. Es bueno que nuestros hijos tengan sus pequeños super-poderes o habilidades especiales, y que los padres les apoyemos en su cultivo. Pero esa capacidad especial no les va a hacer felices ni autónomos de por sí. Y acompañarles en el camino de esa Autonomía y Felicidad es realmente lo que cuenta. Ahí, como en el resto de la vida, lo verdaderamente valioso es el Equilibrio. Y si el fútbol, la natación, el violín o la astronomía se interponen entre nuestro hijo y un ser equilibrado y respetuoso con su entorno, nosotros lo tenemos claro. No queremos otro "famosete" evadiendo impuestos, aprovechándose de sus empleados, o con un ego hiper-galáctico, como se ven tantos a diario en los medios de comunicación. Un niño verdaderamente extraodinario es el que es capaz de equilibrar las distintas facetas de la vida, y poner sus dones y talentos al servicio de los demás, en lugar de para encumbrarse frente a los demás. Habrá, pues, que quitarse la capa.

domingo, 22 de marzo de 2015

Aniversario

Una gran amiga de Madrid que nos conoció al poco de casarnos, pasó unos días con su marido en casa no hace mucho. El día de su regreso, hizo un comentario que difícilmente olvidaré: "La mayoría de la gente, cuando se hace mayor, se vuelve más conservadora. A vosotros, sin embargo, cada vez os veo más rebeldes e inmersos en nuevas aventuras y proyectos"
Hoy hacemos 18 años de casados. Unidos a los 9 de novios, es ya toda una vida. Una vida de aventuras y proyectos, que no cambiaría por nada. Llena de presente, de risas, de retos, de prisas...Llena de idas, venidas, de saltos y caídas. Una vida por la que hoy hemos dado gracias junto a nuestros hijos.
Esta mañana echábamos la mirada atrás, y recordábamos un 1997 con dos seres ilusionados, novatos y atrevidos, y deseosos de construir su "nidito". Pero jamás imaginé que, pasados estos años, sería tan diferente de aquel. He crecido tanto junto a mi compañera de viaje, que las alforjas sobran, los títulos académicos también, y casi hasta la cuenta corriente. Cuando alguien te ayuda a evolucionar así, una relación no es una cárcel, es el camino hacia ti mismo, hacia la verdadera libertad, y hacia el reencuentro con la esencia de la vida.
Hoy no me daba vergüenza reconocer en el desayuno ante nuestros hijos, que te quiero más que entonces. Porque es un amor aún más libre, más consciente, y menos condicionado por lo que nos rodea y por quienes nos rodean. Y entonces sólo cabe un enorme GRACIAS por este precioso regalo. Hoy, mucho más incluso que entonces, sé que "tú eres TÚ". Y con ello, siento que cada vez más, SOMOS UNO. Te quiero.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Miel amarga

Hemos estado de viaje en familia. Eso siempre suele ser un gran aliciente para aprender alejados de nuestras zonas habituales de confort. Valencia y la Sierra de Segura han sido los destinos. En este último lugar pasamos un fin de semana junto a nuestros amigos Marga y Jose, ambos pletóricos viviendo en pleno campo, y ya superada la decisión que les llevó allí. Su actual contacto con la tierra, con las plantas y con los animales es para nosotros un chorro de aire fresco en el camino de ser más conscientes del planeta que habitamos.
Ser una pareja joven en un entorno paradisíaco, casi abandonado, hace que los ancianos del lugar se vuelquen en cederles sus huertas y sus conocimientos sobre la tierra y los recursos naturales de la zona. Pero ese contacto les hace ver hasta qué punto el ser humano se cree el "ombligo" del mundo y esquilma los recursos de su entorno. Jose nos narró sus primeras experiencias como apicultor "novato" y nos dejó "boquiabiertos". A pesar de lo mucho que hacen las abejas por el sostenimiento de nuestros ecosistemas, nos contaba cómo muchos apicultores vacían casi totalmente de miel y cera las colmenas para sacar unos pocos euros más, dejando a miles de abejas en total debilidad para superar el invierno, y despreocupándose por la continuidad de las abejas reinas y todo el enjambre que les sigue. Ya que nos proveen de miel y cera, polinizan nuestros campos, y son generadoras de vida con ello, ¿no se merecerían otro trato? El resultado: colmenas muy debilitadas y miles de abejas muertas.
Desgraciadamente no fue el único ejemplo de falta de sintonía entre ser humano y resto de seres: nos hablaron de cazadores que matan ciervos para exhibirlos en el bar del pueblo durante cinco minutos, y luego tiran sus restos en el monte, sin aprovechamiento ni siquiera de esa carne.
Estas y otras muchas posturas son las que nos hacen darnos cuenta de que nos alejamos a pasos agigantados del SOMOS UNO que rige en la Naturaleza. Si tratamos así a los animales con los que convivimos en la Tierra, ¿no estaremos abocados a que nos suceda lo mismo como especie? Ya sabemos que recibimos del Universo en función de lo que damos al Universo. ¿Y luego nos extraña que los gobiernos sometan a sus súbditos a desahucios, pobreza extrema y corrupción en nombre de la macroeconomía? Pero ¿no hacemos lo mismo con nuestros hermanos los animales?
Antes, cuando se convivía con las vacas, las gallinas y algún conejo, y nuestra alimentación dependía en parte de ello, se les cuidaba como parte de nuestra vida. Eran UNO con nosotros. Ahora todo se mercantiliza y se lleva al terreno monetario. Y "ojos que no ven...". Por eso cuesta tan poco"atiborrarse" de carne de otros seres vivos: no hemos convivido ni cuidado de ellos, no los hemos tenido que sacrificar. Tan sólo cogemos una bandeja del frigorífico del supermercado, de forma muy aséptica, sin pensar lo que implica ese acto. Y sin plantearnos que ni siquiera esa carne forma parte de una dieta sana para nuestro cuerpo. Lo hace todo el mundo, lo machaca la televisión... Cómodo y sin mayores complicaciones a nivel de consciencia.
No hace mucho me hice consciente de lo que implica abrir el frigorífico y tomar un vaso de leche. Para que eso sea posible de forma masiva y para millones de personas, son millones de vacas que son violadas sistemáticamente para que generen leche para unos terneros que les son arrebatados nada más nacer. Generan leche cuando hay embarazo, como le pasa a la mujer. Los gemidos de pena son sobrecogedores. Tanto como leer decenas de estudios que afirman el sinsentido de la leche de vaca para el ser humano.
Todo es cuestión de "consciencia", de hacerse presente en lo que hacemos y vivimos. Y por desgracia, para el ser humano parece que no se trata de una colmena con miles de abejas: se trata de X euros. No se trata de terneros apartados masivamente de sus madres: se trata de euros por litro de leche o por kilo de carne. No se trata de familias que se van a la calle, o de personas que mueren por falta de asistencia sanitaria: se trata de una reducción del gasto público.
No queda otra que aumentar nuestras dosis de consciencia en lo que hacemos, en lo que pensamos, y en cómo vivimos. Es la única forma de hacernos UNO con lo que nos rodea. Ser responsables y conscientes es la única forma de lograr ser libres. Es la única forma de conseguir que la miel sea dulce y no amarga.