martes, 29 de diciembre de 2015

Amor es Voluntad

Tengo 43 años. Llevo con la que hoy es mi mujer desde recién cumplidos los 15. Hasta hoy ha sido la única mujer en mi vida, tras 28 años juntos. Muchos nos preguntan cuál es el secreto. Pero no creo en recetas mágicas, ni soy quién para juzgar lo que otros hacen. Sólo puedo contar mi experiencia.
Cuando nos conocimos, yo era muy distinto. Era tan racional que había decidido que hasta que no hubiera acabado la carrera y tuviera mi vida profesional encarrilada, no me "echaría novia". Hoy me río "a carcajadas" de aquel plan. Ya se sabe: "la vida es eso que pasa, mientras tú estás con otros planes", como dijo Lennon. Y mis planes eran una auténtica tontería, comparado con lo que la vida me deparaba. Afortunadamente decidí cambiar de planes.
Aunque los dos somos de Málaga, nos conocimos en Inglaterra justo cuando teníamos que conocernos, ni antes ni después. Y tras un breve período de bellísima amistad, empecé a no poder dormir por ella. Jamás me había pasado algo así. Decidí hacer caso a los planes de la Vida, y dar la espalda a los míos.
Más de uno apostaba poco por nuestra relación: poco después yo me marchaba a Madrid a estudiar la carrera, y ella se marchaba a estudiar a Inglaterra, Francia y Canadá. Era momento de formarnos, pero ¿por qué debía afectar a nuestro amor? Nueve años de noviazgo en la distancia no sólo no lo debilitaron, sino que lo fortalecieron a base de centenares de cartas. No había whatsapp ni apenas internet: nos decíamos "te quiero" con 3 llamadas perdidas al teléfono fijo.
Por supuesto que hubo oportunidades para estar con otras personas. Y por supuesto que era una edad de hormonas disparadas. Pero decidimos estar juntos en la distancia, y eso reforzó nuestro amor.
Nos casamos muy jóvenes; yo con 24. Quizás una locura para alguno en los tiempos actuales. Disfrutamos de unos inolvidables años de recién casados, a pesar de no tener "ni un duro" y de las dificultades laborales del momento. Recuerdo incluso apuntar en una lista detrás de la puerta los chicles que comprábamos, para controlar el gasto. :)
Por fin todo parecía cuadrar. Tanta espera tenía su recompensa. Habíamos encontrado un grupo de grandes amigos, un pisito maravilloso en Madrid, y una vida que nos encantaba. Los planes cuadraban....  "¿Cómo?" Seguro que pensó la Vida. ¿Haciendo planes de nuevo? ¡Toma 7 cubos de planes! De forma inesperada, apuntaron a mi mujer a unas oposiciones "por probar", y sin prepararlas ni nada se presentó a ellas. Sacó la número 1. Eso suponía trabajar en Andalucía. Yo acababa de montar empresa en Madrid. Momento de zozobra y muchas dudas. Decidimos priorizar nuestro amor de nuevo en la distancia: dos años de idas y venidas en coche todos los fines de semana para vernos.
Decidimos tener hijos. No sin esfuerzo, decidí dejarlo todo y bajar a Andalucía para estar juntos. Travesía en el desierto laboral. Muchas "tortas" y poco reconocimiento. Buena terapia para el ego, y buen pegamento para la relación de pareja. Decidimos que los hijos no son quienes dan el sentido a la pareja. Que es la pareja la que da sentido a los hijos. Nosotros somos lo prioritario. Y si lo hacemos así, desparramaremos sobre ellos todo nuestro amor. Nunca hemos creído en las parejas que encontraban su sentido en los hijos, y que cuando éstos vuelan se desmoronan como castillo en la arena. Es algo que nuestros 3 "tesoros" saben bien desde pequeños, y que tienen muy interiorizado. Y están encantados con los resultados.
Después tocó otra dura prueba. La larga y dura enfermedad de mi madre se cruzaba también en nuestro camino. Momentos de fuerte tambaleo emocional. Nuevos momentos de toma de decisiones.
Día a día seguimos tomando decisiones. Cada vez más ligeros de otros equipajes. Y no hay duda de que hoy soy un ser muy distinto de aquel que inició esta relación hace casi 30 años ya. Doy gracias a aquél, ya que sin él no sería quien soy hoy. Pero sin duda, el amor por mi alma gemela me ha permitido construirme. Y ha sido así porque yo he decidido que así fuera, y me he lanzado al vacío confiando decenas de veces en ella, como también le ha sucedido a ella.
Hoy doy gracias por esas pequeñas decisiones que han ido reforzando nuestro amor. Decisiones que superan los miles de inconvenientes, obstáculos y dificultades que han jalonado nuestra sendas, y que hoy estoy seguro que han sido los verdaderos maestros del milagro que entre los dos hemos construido. Por eso me apena profundamente ver que muchos tiran la toalla ante el primer sinsabor o las primeras diferencias, cuando eso es lo que verdaderamente encierra la semilla de los milagros. En nuestro caso, sin duda, esa semilla es la voluntad.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Cuento ¿de Navidad?

Erase una vez una niña que vivía en un país muy muy lejano. Con la inocencia de su corta edad, aún creía profundamente en la magia, y en la capacidad de crear su propia suerte. Sin embargo, poco a poco, empezaron a hablarle de lo mal que andaba el mundo. De que debía tener cuidado y desconfiar para que no le hicieran daño. De que debía estudiar para competir con los demás y conseguir un trabajo para toda la vida. De que había mucha gente mala y de que si compartía sus cosas, se quedaría sin nada... Le describieron un mundo de políticos corruptos, de empresarios mezquinos, de países en guerra y de estructuras  injustas. Y le animaron a "ir a lo suyo" para salir adelante en un mundo tan hostil.
Una noche se despertó llorando con las pesadillas de ese mundo que los adultos le describían y contra el que debía protegerse y luchar. Cerró sus ojos fuertemente y pidió que el mundo cambiara. Se lo imaginó en todos sus bellos detalles y esa fue la única forma de calmar su inquietud y volver a dormirse.
Al día siguiente se despertó sobresaltada. Tenía una corazonada. El sol entraba por la ventana como hacía meses que no recordaba. Bajó las escaleras, pero no había nadie en casa. Al principio se asustó, pero luego decidió darle una oportunidad a ese "nuevo mundo" que había pedido de madrugada, y que sentía que le había sido concedido. Encendió la "tele" para encontrar alguna pista. La primera imagen que vio le confirmó su corazonada: Un hombre había movido una montaña para acercar un hospital a su pueblo. Eso, sin duda, formaba parte de su deseo. Jamás había oído una proeza similar. Cambió de canal, por si había sido casualidad, y otra noticia la acabó de convencer: Otro hombre había plantado una selva para dar refugio a especies animales amenazadas. ¡Eso sí que formaba parte de ese mundo por el que había rogado tanto!
Volvió rápidamente a su habitación, cogió el primer chándal que pilló, y sin peinarse ni nada, decidió salir a la calle. ¡Necesitaba explorar esa nueva realidad!. Nada más salir, de nuevo le invadió la sorpresa: se escuchaba música en la calle, y gente riéndose y bromeando. Corrió en la dirección de las voces y vio a centenares de personas compartiendo en la calle principal del pueblo un suculento desayuno. Aprovechó y se llevó alguna galleta a la boca. Cerca, vio a otro grupo de vecinos, que cogían fruta y verdura de lo que parecía un gran huerto compartido. Avanzó unos metros y descubrió en una esquina un frigorífico donde los vecinos depositaban comida para las personas sin recursos. Le pareció una idea "alucinante". Cogió una manzana, y dejó una chocolatina de las que siempre llevaba en el bolsillo del chándal. Más adelante descubrió una tienda en la que no hacía falta dinero, y en un descampado observó a varios operarios acabando unas pequeñas casitas que luego le explicaron que eran para acoger a las personas sin hogar. A pesar de la sorpresa, continuó, y en la plaza se topó con un restaurante que ofrecía descuentos si comías con alguien con quien te llevaras mal, como gesto de reconciliación.  ¡Estaba alucinada! 
Se montó en el primer autobús que vio para hacer un recorrido más amplio y conocer qué mas novedades había. Le sorprendió ver que transcurridos unos minutos, los pasajeros se agolpaban en las ventanillas del lado izquierdo para saludar a una ancianita que siempre saludaba a sus viajeros al paso del vehículo. Por uno  de los barrios por los que pasaron vio un montón de gente agolpada cantando villancicos y celebrando la Navidad. ¡Pero si era octubre! ¿Qué hacían? ¿Se habían vuelto locos? El conductor del autobús le explicó que  un chaval del barrio estaba muy enfermo, y habían adelantado por él las celebraciones de Navidad, por si su enfermedad no le permitía disfrutarlas. Le pareció que un gesto así sí que daba sentido a la Navidad.
Se bajó del autobús muy cerca de la playa, donde contempló extasiada a un niño corriendo con su cometa. En una papelera encontró un periódico usado que sobresalía, y aunque aún le costaba leer bien, pudo entender algunas noticias que la dejaron perpleja. ¡Siempre le habían dicho que las buenas noticias no eran noticias! ¿Quizás por eso sólo se escuchaban desastres y peleas por todos lados? En el apartado de sociedad pudo leer pequeñas grandes historias: Una pareja que donaba la mayor parte de su sueldo porque no necesitaban realmente el resto. Otra pareja que alimentaba a cientos de personas todos los días gratis, como forma de honrar a su hijo fallecido. Un señor que preparaba comida de acción de gracias para 84 personas tras anunciarlo en la prensa. Una pareja que invitaba a su boda a 4.000 extranjeros. Una estudiante que lograba continuar estudiando gracias al apoyo de cientos de personas anónimas. Un modesto sastre que arreglaba ropa para los pobres en plena calle. Un abuelo que había creado farmacias sociales para atender a las personas que no podían pagar los medicamentos. E incluso un científico que había inventado una incubadora por piezas para países sin recursos... No salía de su asombro...
Cerró el periódico. Ya no necesitaba más evidencias. Su sueño se había hecho realidad. Y fue en ese momento cuando lo entendió todo. No era un sueño ni obra de magia o de algún milagro. Toda esa realidad que esa mañana había entrado "a borbotones" por sus ojos existía ya en su día a día. Pero el panorama tan sombrío que le describían todos los que le rodeaban, le había llevado a ver siempre el vaso medio vacío. Y entendió que CREER ES CREAR. Y que el mundo que vemos depende muchísimo de nuestra decisión respecto a cómo vivirlo. Y en ese momento tomó una decisión muy sencilla: vivir "su mundo".

martes, 15 de diciembre de 2015

Nuestro voto

Hablar de a quién vas a votar, según en qué entornos, suele resultar casi tan incómodo como hablar de tu vida sexual. Quien haya leído este blog desde hace años quizás tenga ya algunas pistas de lo que vamos a votar este domingo. A fin de cuentas, hemos abierto al mundo nuestra forma de ver la vida, y el acudir a las urnas debería ser una continuidad de ello. ¿O no?
Sin duda, vamos a ir a votar con más ilusión que otras veces, porque sentimos aires nuevos respecto a lo que hemos conocido hasta ahora. Hemos tenido la ocasión de conocer y bregar en primera persona con concejales, alcaldes y delegados provinciales. También tuvimos ocasión de conocer en primera persona a la reciente alcaldesa de Madrid hace más de 20 años, en aquel entonces en un compromiso compartido en favor de los derechos penitenciarios, y tenemos claro el tipo de personas que preferimos en política. Sin duda, no la de los partidos que han gobernado siempre en nuestra ciudad, en Andalucía y en España. Hemos sufrido en nuestras carnes una concepción de la política en la que nuestros problemas se usan como arma electoral, en lugar de volcarse en su resolución.
Vaya por delante que ningún partido puede hoy por hoy aglutinar nuestras preferencias al 100%, ya que por la propia dinámica electoral y de la lucha partidaria, entran en actuaciones que nos dan urticaria. Pero hay alguno que se acerca más a nuestra forma de ver la realidad, y nuestro voto no va a ser "contra" nada ni "contra" nadie, sino "a favor de" a qué nos gustaría dedicar nuestras energías:
  • Nos gustaría votar a favor de principios, más que de ideologías: nunca hemos entendido el voto esclavo a "mi" partido o a "mi" ideología, aunque estuviesen haciendo lo peor de lo peor. Las ideologías sirven para dividirnos en derechas e izquierdas, más que para unirnos en una dirección. Y ya se sabe: "divide y vencerás".
  • Nos gustaría votar a favor de mayorías minoritarias: no hay nada más sano que los distintos tengan que dialogar para ponerse de acuerdo. ¡Ojalá que a quien votemos nunca logre mayoría absoluta!
  • Nos gustaría votar a favor de personas que no hayan vivido de la política, y que se limiten los ingresos de la política, e incluso los compartan. Y también a favor de los que buscan que quienes les apoyan les financien, en lugar de dilapidar en carteles y folletos los presupuestos públicos.
  • Nos gustaría votar a favor de una política sin fronteras, o con las menores fronteras posibles. Y a favor de quienes den respuesta digna y no como ganado al problema de los refugiados, sabiendo que nosotros también lo fuimos, y que somos seres humanos en distintas circunstancias.
  • Nos gustaría votar a favor de la paz, en lugar del "ojo por ojo".
  • Nos gustaría votar a favor de los puentes, del entendimiento y de los consensos, y no de la crispación, del insulto o la descalificación, o del "y tú más" que tanto predomina en nuestra política.
  • Nos gustaría votar a favor de actuaciones por la igualdad, aunque ello suponga que se reduzcan en concreto nuestros privilegios o los beneficios que puedan tener actualmente nuestras creencias. Somos conscientes de que quizás ello suponga desaprender lo aprendido y entender de verdad que el verdadero cambio empieza por uno mismo.
  • Nos gustaría votar a favor de una revolución y un cambio de las estructuras, más que de un mantenimiento del "status quo", aunque éste nos beneficie personalmente.
  • Nos gustaría votar a favor de un modelo distinto de educación, donde prime más la búsqueda de la felicidad de los niños y futuros adultos, que la búsqueda de un puesto de trabajo.
  • Nos gustaría votar a favor de quienes entiendan mejor que las estructuras están al servicio de la persona, y no para "aborregarnos".
  • Nos gustaría votar a favor de quienes apuesten por un planeta que no está a nuestro servicio para usarlo y abusar de él, sino del que formamos una pequeñísima parte.
  • Nos gustaría votar a favor de los que estén dispuestos a probar experimentos y laboratorios de vida, que nos hagan vislumbrar que existe algo más que esto que vivimos.
  • Nos gustaría votar a favor de quienes estén a priori más dispuestos a plantar cara a los poderosos y las multinacionales en sus injusticias. También a favor de nuevos esquemas financieros, aunque luego no consigan el 100% de sus propósitos. Especialmente importante será saber distinguir bien entre lo justo y lo legal.
  • -Nos gustaría votar a favor de quienes no temen dar la voz a la gente, en lugar de darles mordaza.
  • -Nos gustaría votar a favor de quienes se planteen que quizás nos toca a todos vivir con menos sin ser menos, frente al mantra del "crecimiento, crecimiento" de unos a costa de otros.
  • -Nos gustaría votar a favor de quienes sean más sordos a las advertencias sobre lo imposible.
  • -Nos gustaría votar a favor del corazón, más que del bolsillo, del estado del "bienser" más que del "bienestar", y de una vida que no sea sólo trabajo y producción para tener más.
  • -Nos gustaría votar a favor de las utopías, más que del miedo


Quizás muchos coincidamos en votar a favor de estos principios, y  votemos al final por colores distintos. No pasa nada. No pretendemos convencer a nadie. Y votes lo que votes tendrá su sentido. A fin de cuentas es más importante ser feliz que tener razón. Y si el que hemos elegido nos falla en estos principios, no vacilaremos en votar a otros en las próximas elecciones. De todas formas, por muchas urnas que nos pongan delante, siempre deberemos saber diferenciar entre Democracia y Libertad. Pero si todos los partidos, algún día, trabajan en favor de estos principios, quizás mucho habrá cambiado entonces. 


domingo, 6 de diciembre de 2015

Nuestra Casa de Acogida Pepe Bravo

Tenemos 3 hijos de 14, 13 y 10 años. Son nuestro principal proyecto en la vida, aunque bien sabemos que están destinados a volar. Y cuanto mejor equipados estén para ese viaje, mejor para ellos. Pero en su equipaje es importante que lleven clara una hoja de ruta, un buen mapa que les guíe por los, a veces, complicados caminos de la vida. Y si se pierden, la ruta debe ser clara: UN MUNDO MEJOR.
Por eso, aparte de matemáticas, música o natación, nuestros hijos deben aprender el sentido de la vida. Y por desgracia eso no se aprende en la escuela, ni tampoco te lo cuentan cuando logras tu primer trabajo. 
Más bien al contrario: te suelen entregar un mapa que te lleva a dar vueltas y vueltas hasta perderte. Esa es la razón por la que, desde hace años, decidimos que en casa se viviera en primera persona la experiencia de personas que están luchando de forma decidida por ese MUNDO MEJOR. Y en esa búsqueda nos encontramos con una piedra preciosa: la Casa de Acogida Pepe Bravo, de Alozaina (Málaga). 
Si te dicen de entrada que es una antigua fábrica y que el empresario en lugar de "forrarse" con su venta, dedicó años con su familia a acondicionarla como casa de acogida, ahí huele a "mundo mejor". Si luego vas y descubres que hay personas como Mariló o Nacha que lo han dejado todo por dar una segunda oportunidad a personas excluidas, ese olor a "mundo mejor" se hace más intenso. Pero cuando te involucras en el proyecto y descubres que hay magia por todas sus esquinas, entonces la enseñanza para tus hijos no puede ser más clara: "si todos apostáramos por sitios así, sin duda tendríamos UN MUNDO MEJOR".
Por eso decidimos hacernos UNO con la Casa de Acogida. Hay pocos sitios en los que, de forma tan clara, se vislumbre esa hoja de ruta. Y aunque nos "pilla" a más de una hora de casa, cuando te sientes UNO con alguien, las distancias no son problema. Y desde entonces hemos colaborado como hemos podido: difundiendo en las redes sociales, participando en su campaña de crowdfunding, echando una mano en algún que otro evento solidario...
Ya hace 4 ó 5 años que colaboramos con ellos. Y la magia no ha dejado de manifestarse. Hemos conocido personas que han salido del pozo sin fondo de los intentos de suicidio y tienen su vida normalizada. Hemos entablado amistad con gente hundida emocional y físicamente, que hoy disfrutan de un presente, y sobre todo de un futuro. Hemos visto sueños hechos realidad, como ese deshidratador solar industrial, conseguido por las aportaciones de centenares de personas vía crowdfunding, y que hoy genera recursos para la Casa. Hemos visto cómo un almacén de trastos viejos se convertía en un precioso restaurante solidario gracias a las donaciones de hoteles y restaurantes. Y hemos visto que personas reconocidas que apuestan por la apertura consciencial, veían en la Casa un lugar idóneo para sus encuentros y sus enseñanzas en favor de ese mundo mejor (Emilio Carrillo, Suzanne Powell, Avihay, Julio Simó, Enric Corberá...). Y nos hemos sentido muy acogidos para aportar nuestro grano de arena en aquello que fuera mejorable, y colaborar en los frentes que siempre un proyecto de esa envergadura es lógico que tenga.
Hemos visto también que la magia existe en los libros de contabilidad, porque aún no nos explicamos cómo han podido tener aquí una segunda oportunidad tantas personas, con tan pocos ingresos y con tan escaso apoyo de la Administración. Por eso decidimos también apoyar económicamente el proyecto y hacernos socios hace meses: por ser parte activa de esa magia. Y estamos encantados. En ningún sitio hemos conocido tan de primera mano el fin solidario y transformador al que se destina nuestro dinero. Por eso te animamos a que, incluso con una cantidad simbólica, también te unas a esa magia. Los polvos mágicos están formados de infinidad de pequeñas partículas.
Nuestros hijos se hacen grandes más rápidamente de lo que nos damos cuenta. Y antes de lo que nos demos cuenta, volarán. Esa es nuestra misión. Y en alguno de esos cruces de camino de la vida, deberán decidir. Y quizás recuerden lo vivido con la Casa de Acogida Pepe Bravo. Y entonces tendrán clara la ruta a escoger: UN MUNDO MEJOR.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Mi guerra

Llevo varios meses con profunda desazón interior. Me noto tenso e irascible. Salto con más facilidad de lo normal, y ante el más mínimo contratiempo. Y por suerte o por desgracia, soy muy consciente de ello, aunque realmente me cuesta salir de la espiral en la que me encuentro ahora. Reconozco que me genera inquietud porque últimamente había encontrado un equilibrio que me causaba cierto placer interior. Probablemente me aferré a la etiqueta de bienestar que ello me generaba, y me gusta menos la etiqueta de esta etapa. Quizás necesitaba practicar el noble arte de la aceptación, del que sin duda, aún ando muy alejado.

¿Por qué esa inquietud? Porque me encuentro en guerra. Y la guerra no va sólo de bombardeos, de ejércitos, de venganza, de sangre, de dolor, de lágrimas, de destrucción... Todo eso es posterior y externo. La guerra empieza antes, mucho antes. Cuando nuestro interior reacciona frente a la afrenta y frente a la injusticia. Cuando nos llenamos de razón frente a la razón del contrario. Cuando pensamos que es necesario dar una respuesta contundente para reforzar nuestra postura o evitar que la liquiden. En mi caso se han sucedido distintas afrentas o injusticias que, seguro que para otras personas serán absurdas, pero que parecen haber despertado mi fiera interior, ésa que todos tenemos. Y absurdas o no, han activado mi guerra.

Por un lado la indignación ante la evolución del conflicto de los refugiados y las distintas manipulaciones sobre ese problema empezaron a "calentarme". Necesitaba informarme bien para ello. Y ver las noticias no es muy recomendable en estos tiempos si quieres mantener una cordura interior. Eso se mezcló con un asunto educativo: el "ninguneo" que estamos sufriendo por parte de los políticos ante el compromiso tan explícito, concreto y público que les arrancamos hace 6 meses sobre la educación musical en nuestra comarca, y que ahora incumplen. Si en algo tan pequeño se actúa de forma tan flagrante, ¿cómo no se actuará en los grandes asuntos con tantos intereses y dinero de por medio? La injusticia activó mi inconformismo y mi actitud de denuncia, sabiendo que si lo dejo pasar, una vez que estaba ya conseguido, muchos niños se verán perjudicados. La consecuencia: muchas personas jaleando esta "guerra justa", y yo por medio. Todo ello se ha mezclado con personas tóxicas que, con buena intención o con la peor de ellas, ponen en peligro proyectos solidarios en los que llevamos trabajando mucho tiempo, o influencian peligrosamente los valores de mis hijos. Eso, aderezado con decenas de pequeñas circunstancias cotidianas de tensión, de prisas, de idas y venidas y de agobios crean un caldo de cultivo idóneo para mi guerra interior. No he parado de luchar estos meses, y me siento exhausto y en desequilibrio interior. Y lo he hecho con lo que yo creía que era la fuerza de la razón. Pero las pequeñas victorias que cualquier guerra genera no dan alegría ni paz .

El viernes pasado saltaba otra guerra a las pantallas de todos los hogares del mundo. La mecha prendió en Paris, aunque sin duda esa guerra ya habitaba también en el interior de muchos hombres desde lugares lejanos. Hombres catapultados a la inmolación más vil en base a sus razones: torturas, invasiones, desprecios, abusos, religión...Y según su lógica endemoniada, ahora tocaba devolver la afrenta. Y tras su respuesta, Occidente lanza ahora también su "ojo por ojo", quizás hasta que todos nos quedemos ciegos. Y mientras la espiral bélica crece y crece, esa guerra interior que antecede y se afianza en cualquier guerra, se difunde por todos los confines. Todos tenemos opiniones al respecto. Todos tenemos razón en algo, y nos equivocamos en algo. Porque, a fin de cuentas, ¿quién tiene LA VERDAD? Cuando suceden acontecimientos tan graves, el miedo, la sed de venganza y los instintos más básicos se extienden como la pólvora. En pocos días son muchos los ejemplos que personalmente he vivido: desde aquel contacto de facebook que me reprocha la solidaridad con los franceses porque cree que esa solidaridad está mercantilizada; hasta aquella profesora de uno de mis hijos que condena un simple "Pray for Paris" en la pizarra porque considera que lo de París fue auto-provocado; hasta aquellos amigos que ridiculizan mis pronunciamientos por la paz en las redes sociales abogando por respuestas contundentes frente al agresor; hasta el propio miedo que mis propios hijos expresan de que algo así pueda suceder aquí, con la psicosis colectiva de constantes alarmas falsas de ataques yihadistas que empiezan a difundirse por todos lados....

Las bombas, las inmolaciones, los atentados y el derramamiento de sangre siempre empiezan con una guerra interior. A veces con temas tan absurdos e insignificantes como los que me atormentan a mí personalmente en los últimos meses. A veces con una disputa por agua, por unas lindes, por la religión, por cuestiones tribales, por protagonismos... Pero el ego de cada uno se va hinchando de razón, hasta que estalla salpicando a todos. Por eso quiero parar mi guerra. No significa con ello que me rinda. Pero quizás me toca equilibrar mi inconformismo con la aceptación de los resultados de algunas injusticias como parte de mi propia evolución y aprendizaje, y no aferrarme al resultado que yo considere que debería lograrse.

La clave está en el equilibrio. Dijo Einstein, que tuvo que emigrar a EEUU ante la amenaza de la locura nazi, contemplando que había países que se declaraban neutrales mientras otros perdían millones de vidas en la contienda mundial, que "La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa". Quizás no se trate de sentarse en una actitud pasiva, insensible o inconmovible. Pero quizás tampoco se trate de avivar los demonios que todos tenemos dentro. Decía Thich Nhat Hanh: "Cultiva tu propio poder interno. Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. Conviértete en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son o lo que tienen capacidad de ser." 

Hace un rato he leído lo que el marido de una de las víctimas de los atentados del viernes en París ha escrito: "...Así que yo no les daré el regalo de odiarlos. Ustedes lo están buscando, pero responder al odio con la cólera sería ceder a la misma ignorancia que hace de ustedes lo que ustedes son. Ustedes quieren que yo tenga miedo, que mire a mis conciudadanos con ojos desconfiados, que sacrifique mi libertad por la seguridad. Perdieron. Sigo siendo el mismo de antes. (...)Por supuesto que estoy devastado por el dolor, les concedo esa pequeña victoria, pero ésta será de corta duración. Sé que ella nos acompañará cada día y que nos volveremos a encontrar en ese paraíso de almas libres al que ustedes jamás tendrán acceso. (...), Tengo que volver con Melvil que ya ha despertado de su siesta. Tiene apenas 17 meses de edad. Va a comer su merienda como todos los días. Después vamos a jugar como siempre. Y, toda su vida, este pequeño les hará frente siendo feliz y libre. Porque no, ustedes no obtendrán su odio." Impresionante victoria la de Antonine Leiris frente a su gigantesca guerra interior. Enorme aprendizaje para las nuestras.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Lotería

Sin duda este es otro tema en el que somos "raros" en casa. O al menos muy minoritarios. Y especialmente en esta época en que se forman "corrillos" en los trabajos y en las cafeterías para repartirse los décimos de lotería con vistas al Gordo de Navidad. Hubo un tiempo en que compré alguna participación o puntualmente alguna quiniela. Pero éste es un asunto en el que desde hace años hemos querido poner también un poco de consciencia.
La lotería, como otras tantas cuestiones, es una auténtica historia mental, que nos hemos creado de forma colectiva y mayoritaria. No en vano, es una de las grandes "joyas de la corona" de Hacienda para recaudar fondos. Sin embargo, si lo pensamos detenidamente, no deja de ser una zanahoria que apela a nuestros instintos más primarios: el "forrarse" rápido y sin esfuerzo. Y no sólo eso: se convierte en la varita mágica que convierte vidas desdichadas en el paraíso. El dinero, de nuevo, como centro de nuestra existencia. Y toda la sociedad, de forma masiva, dedicando sus energías, sus anhelos, y sus esperanzas en convertirse en "los elegidos" por la diosa fortuna.
Creamos lo que creemos. Y si nos apegamos a que la felicidad es eso, el "batacazo" cuando no se hace realidad es monumental. A fin de cuentas hemos puesto nuestras esperanzas, hemos pagado el "precio", y el destino nos da la espalda. El sinsentido. Y más aún cuando muchos participan porque lo hacen los demás, y para no quedarse fuera de juego: "si toca en mi oficina y no compro, sería el "hazmereir" de todos".
Que el Estado fomente esos instintos tan básicos del "forrarse" o de "el dinero es la felicidad", demuestra los principios que nos rigen. Y cuando se emplean argumentos publicitarios como los del anuncio del año pasado, todavía más. Con un marketing impecable, se nos vendía una historia lacrimógena de un desdichado que no había comprado su décimo donde siempre, y esta vez sí había tocado. Su amigo, el dueño del bar donde se vendió, en lugar de quedarse el décimo, se lo reserva, y le entrega en un sobre rojo: la felicidad plena. Parece una bella historia de solidaridad, pero en realidad pretende sólo que compremos más lotería (como así sucedió) y recaudar más para el Estado (como también sucedió). ¿Qué pasaría si, esa solidaridad, en vez de dedicarla en comprarnos décimos de lotería unos a otros (que nunca tocan), se dedicase a ayudarnos de verdad los unos a los otros, aunque fuera con ese mismo dinero? Seguro que todos sabemos de familias o casos que lo necesitan. Esa sí sería una bella historia de solidaridad y sin una intención mercantilista de fondo. Veremos qué depara el anuncio de este año...
Pero sin hay un apartado donde el tema de la lotería se convierte en inaceptable para mí, es cuando se utiliza para conseguir fondos para campañas solidarias. Es decir, las ONGs, asociaciones y entidades sin ánimo de lucro, para recaudar fondos y contribuir a la sociedad, se convierten en vendedores ambulantes de lotería, y venden décimos de lotería a 20€ para conseguir 2 ó 3€ para el fin solidario en cuestión. ¡Como si no hubiera otras vías para ello! Y lo más triste es lo que subyace a ese acto. Ya que no consigo que colabores con mi fin solidario, mercantilizo la cuestión, y te vendo la esperanza de que te "forres". A eso seguro que estás dispuesto/a. Así consigo fondos para el fin solidario, aunque sea utilizando medios que apelan a instintos poco solidarios"
Dicen que la vida es una tómbola. También que es una lotería. Yo creo más bien que es un río, con sus obstáculos y dificultades. Cada recodo con un aprendizaje o un recuerdo de la verdad. Pero lo importante es fluir y avanzar, sin atajos ni esperanzas trucadas.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Los milagros son cosa de locos

Cuando una locura llama a tu puerta, ábrela "de par en par", especialmente si la locura va de cambiar el mundo. No soy muy amigos de normas, pero ésa es de obligado cumplimiento. 
Hace unos días una locura "muy gorda" llamó a mi puerta. Un amigo de un amigo me llamaba desde Madrid para proponerme una insensatez. Josepe es un empresario de éxito en el ámbito de la formación y el coaching, y había oído hablar de él, aunque no nos conocíamos personalmente. En el mes de septiembre, a raíz de las desgarradoras imágenes de los refugiados decidió dar el paso: no bastaba ser activista pro-refugiados en facebook; debía involucrarse activamente. Se lo dijo a su mujer y a sus dos hijos de 7 y 9 años, reservó un vuelo, y se fue a la isla de Lesbos a conocer in situ el problema y ofrecer sus manos para lo que hiciera falta. Su locura se incrementó exponencialmente con la experiencia. Y cuando eso sucede, la marcha atrás es harto complicada. A la vuelta, decidió montar un gran evento pro-refugiados en Madrid, e involucrar en él a primeras figuras y personajes famosos. Pero él no tenía experiencia en ONGs, ni en cómo gestionar fondos solidarios. Comentó su inquietud con Miguel Ángel, otro "loco", y éste le dio mi nombre. Cosas de locos. Y con esas me llamaba para, en 5 días, montar un evento de primer orden en Madrid, donde nuestra pequeña ONG ADAPA pondría el nombre, la gestión de los fondos y toda la tramitación burocrática correspondiente hasta que los fondos llegasen a Lesbos. Me pareció de tal calibre la locura que le dí un "SÍ" rotundo sin dudarlo. ¿Quién era yo para detener la circulación de una bella locura así, cuando ni su carrera profesional, ni su esposa, ni sus hijos habían parado su empuje solidario? ¡Había que dar curso a esa energía transformadora!


Cuando le colgué, pensé en cómo convencer a mis compañeros de ONG. La verdad es que algo "locos" deben estar también, porque no me costó mucho vencer las lógicas dudas. A fin de cuentas, una ONG no es más que una carcasa, un paraguas bajo el que auspiciar iniciativas destinadas a cambiar el mundo para mejor. No es ni tuya ni mía. Le pasa como a las ideas: no son de nadie, y simplemente están en nuestras manos o en nuestras mentes como vehículos para circular y mejorar nuestras vidas.
Nos pusimos en marcha: logotipos, apertura de una nueva cuenta, creación de una cuenta paypal, landing page, difusión, facebook, twitter...Nuestra parte estuvo "chupada" comparada con la de Josepe, que convenció nada más y nada menos que a Mario Alonso Puig, Anne Igartiburu, Javier Iriondo, Antonio Garrigues Walker, Joaquina Fernández, el capitán de la selección española de basket Felipe Reyes, Sergio Fernández, Ramiro Calle y Ovidio Peñalver. Las entradas para el evento y las donaciones por fila cero empezaron a colapsar los servidores y nuestro correo electrónico. La locura se iba contagiando. Daba igual si los asistentes pagaban por ver a un personaje famoso, o si lo hacían por pura solidaridad para apoyar la lamentable situación de los refugiados. A fin de cuentas, como dijo en el evento Mario Alonso Puig "lo distinto no deberíamos sentirlo distante". Por eso la energía de esa locura se fue contagiando y extendiendo hasta emocionar a los asistentes y a los que no pudieron ir. En sólo 5 días se recaudaron nada más y nada menos que 9.000€ para los refugiados de Lesbos. Aún siguen llegando aportaciones, una vez finalizado el evento
Según nos cuenta Josepe, para los voluntarios de la StarFish Foundation que reciben a los miles de refugiados a pie de playa en Molyvos, organizando comidas, abrigo y tiendas de campaña, cualquier ayuda extra se convierte en un milagro. Pero los milagros no caen del cielo. Hace tiempo que dejé de creer en una providencia externa a nosotros o en ese "dios proveerá". La providencia eres tú, soy yo, somos nosotros, creyendo en nuestras posibilidades, en crear una realidad, en no limitarnos por nada, en manifestar nuestros dones y talentos...Quizás no abunden los milagros porque sólo los hacen los que actúan de esa forma. Se les llama "locos", pero sólo porque son minoría.
Los milagros los hacen los locos que no ven límites donde los demás sí. Pero cuidado: dicen que la locura es contagiosa. Por eso los locos deberían llevar un cartel en la espalda: para procurar acercarnos a ellos, y que se nos pegue su "demencia". Yo es lo que hago. Cada vez que puedo, me pego a locos maravillosos como Xavi, Laura, Luije, Mariló, Nacha...Locos que apuestan por hacer de un mundo bueno, un mundo mejor. Bienvenida locura. Bienvenidos milagros.

sábado, 31 de octubre de 2015

Pero ¿éste no era de los nuestros?

¡Madre mía lo que nos queda por aguantar de aquí a las Elecciones! Salvo que estemos dispuestos a encerrarnos en casa, con la tele apagada y las persianas bajadas, nadie nos libra del "marrulleo" para rebañar votos aquí y allá. Esa crispación a base de denostar las vilezas de los otros y exagerar las virtudes propias acaba contagiando a la mayoría de la población. Y es una auténtica pena que la política, que podría ser un bello arte, ese de la "cosa común", acabe convirtiéndose en una batalla en el barro, que acaba manchando todo el que se acerca a ella. La estrategia es clara: "que el contrario te dé miedo para que sólo yo sea tu solución".
Por desgracia, incluso los nuevos partidos no pueden evitar entrar en esa dinámica, ya caduca, de desprestigiar al contrario para conseguir un puñado de votos. Cuando si realmente quieres mejorar "lo común", ni siquiera te preocupa el contrario y si hace lo mismo que tú o algo distinto. De hecho, no debería preocuparte ni siquiera lo que piensen tus votantes si la meta es clara, y nos guía una buena brújula, que no puede ser otra que unos buenos principios. Pero eso no suele suceder así: suelen guiarles la ideología (¡a ver si vas a estar más a la derecha, más a la izquierda, o más en el centro que...!) y las dichosas encuestas de opinión (cuando lo que opine una mayoría no significa que sea bueno, como ya vimos con Hitler).

Mi experiencia personal en este ámbito está siendo curiosa. Ya son varios los partidos que, de una forma u otra, me han guiñado para integrarme en sus estructuras. Pero con esta forma de vivir la política, es imposible entrar en ella sin ganarte de inmediato las enemistades del lado opuesto. De ahí mi permanente negativa. No me apetece que por tratar de mejorar las cosas públicas, automáticamente me convierta en enemigo de una buena parte de esa sociedad. Y eso sucede incluso si no estás en la política, pero te involucras en proyectos o iniciativas públicas. Pongo algunos ejemplos:

Hace unos años, como técnico, me propusieron coordinar técnicamente un ambicioso proyecto para mi municipio. Asumí el reto con una sola condición: era un proyecto de ciudad que debería acabar siendo aprobado por el Parlamento regional, y por lo tanto debía contar con el consenso de todas las fuerzas políticas. Yo estaba dispuesto a avanzar en lo técnico, si se trabajaban esos consensos políticos, y el proyecto iba respaldado con un apretón de manos de todas las fuerzas políticas. Acabé mi trabajo 3 meses antes del límite legal, y por lo tanto, con tiempo de sobra para mimar dicho consenso político. El mismo día que entregué el proyecto de 900 folios, convocaron un pleno de urgencia para "pillar" a toda la oposición fuera de juego y "colgarse la medalla" del proyecto. Poco parecía pensarse en la generosidad de un proyecto compartido, y mucho en el rédito en votos o en el desprestigio para el contrario. Consecuencias: el consenso hecho trizas, y lo que podría haber sido un proyecto ilusionante para todos, nació rebosante de ego político. No oculté mi indignación ni mi exigencia de que al Parlamento había que llegar de otra forma. Al menos allí sí se trabajaron previamente las alianzas, aunque el autobús con la delegación municipal que fue al Parlamento en lugar de llevar a todos los representantes políticos del municipio, llevaba a los del partido de turno, familiares incluidos. Yo era el único garbanzo negro, que acompañaba como asesor a la delegación. No disimulé lo más mínimo mi decepción ante esa forma tan ruín y carente de generosidad de concebir la política. Yo era el único que conocía al detalle todo el proyecto, pero estuve a punto de quedarme en la calle en la puerta del Parlamento: la larga "corte" municipal corrió a entrar cuanto antes, en una actitud entre infantil y pueblerina. El riesgo a no poder responder ciertas preguntas técnicamente incómodas les hizo facilitar finalmente una entrada al que, en aquel momento, era probablemente el único conocedor de todo el proyecto. Bochornoso.
El proyecto se aprobó, aunque reconozco que la experiencia parlamentaria me decepcionó extremadamente. Las intervenciones de todos los portavoces estuvieron llenas de inexactitudes que, evidenciaban el desconocimiento de la materia. Pero eso no importaba: apenas les escuchaba nadie. Casi todos los diputados estaban en la cafetería, esperando a que sonara el timbre de las votaciones, para volver a su escaño y votar disciplinadamente lo que les ordenara el jefe de filas, brazo en alto. ¡Menuda forma de entender la política!
A la semana siguiente, como Presidente del AMPA del colegio de mis hijos, me tocó reclamar abiertamente al Ayuntamiento por un muro que se había desplomado con las lluvias y que amenazaba la seguridad de los niños del colegio. No ahorré en exigencias, porque la dejadez había sido manifiesta. Uno de mis interlocutores en el proyecto municipal, me reconoció que en el Ayuntamiento causó estupor mi actitud exigente: "Pero, ¿éste no era de los nuestros?", le preguntaron. Y es que la política funciona así. Si colaboras o te reúnes con alguien por tratar de mejorar tu colegio, tu asociación o tu pueblo, ya te etiquetan con esas siglas políticas. Y si les reclamas a esos mismos por incumplimientos o por atentar contra ciertos principios, el "sanbenito" será con las siglas contrarias. Pero, ¿no debería dar igual quien diga o haga algo? ¿No deberían unirnos los principios, o el objetivo y no el carnet político de quien defienda esa postura? ¿Es que si lo dice A está bien y si eso mismo lo dice B está mal? Parece que no.
En la actualidad estoy viviendo una situación similar. Creo que ya me habrán asignado 3 o 4 carnets de partidos políticos distintos en los últimos meses. Actualmente me está tocando exigir el cumplimiento del compromiso de extender los estudios musicales 2 años más en nuestra comarca como forma de evitar el abandono de sus estudios de centenares de niños con talento musical y 6 años de estudios a sus espaldas. Conocedor de estas dinámicas políticas, insistí en nuestra AMPA que la propuesta debía ir por una senda estrictamente jurídica y administrativa, sin color político alguno. Y para garantizar ese extremo, creé un grupo de redifusión en whatsapp para informar exactamente de lo mismo y al mismo tiempo a todos los partidos políticos de la comarca. Eso permitió que la propuesta fuese ampliamente respaldada por todas las instancias administrativas competentes (Asamblea del AMPA, Consejo Escolar, Junta de Personal Docente, Jefatura de Planificación Educativa e incluso la propia Delegada de Educación en la provincia). Cada partido político actuó de una forma distinta y se involucró de distinta forma: la mayoría haciendo oídos sordos, muy pocos involucrándose en iniciativas, algunos buscando "colgarse alguna medalla" y otros utilizando la cuestión como "arma arrojadiza" pero con poca intención de impulsar una solución que, a la postre, podría significar algún mérito para el contrario. Tuvimos que reunirnos con los responsables políticos con competencias para decidir en la materia. De inmediato ya éramos de ese partido. Al cabo de varios meses, incumplieron flagrantemente lo comprometido, y nos tocó denunciarlo ante los medios de comunicación, y "sacar los colores" a más de uno. Ahora ya éramos del partido contrario. Nuestra posición siempre ha sido la misma: defender una medida que no suponía ningún coste, que no perjudicaba a nadie, y que podía ser aplicada de la misma forma en otros municipios. Los demás a eso le llamaban PSOE, PP, IU, Podemos, PA, o GIPMT...Sin embargo nosotros no defendíamos unas siglas, unos colores, una enseña, o una ideología. Defendíamos unos principios claros, universales y válidos no sólo a favor de nuestros niños, sino para los de otras zonas. El problema es que en la política actual cuesta defender los principios, porque éstos son válidos si lo dice A, pero no lo son si lo dice B. O si lo dicen aquí o en otro sitio o circunstancia. Y así "nos luce el pelo". Basta con ver las cuentas de facebook o twitter de miles de personas para las que todo lo que "SU" partido hace o dice está bien, y para las que lo que hacen o dicen los demás está mal. Yo, por si acaso, seguiré utilizando mi brújula de principios. Y en ellos la confrontación partidaria no tiene lugar. Así que estoy dispuesto a soportar todos los "Pero ¿éste no era de los nuestros?" que haga falta.

lunes, 26 de octubre de 2015

La "otra" educación

Todos gritan que esto tiene que cambiar; que no podemos seguir así. Pero los cambios no tienen futuro si no provienen de los más pequeños. Por eso el cambio sólo puede venir de la escuela. Pero a la escuela le falta corazón. Y el corazón no se lo va a poner el político de turno, de eso podemos estar seguros. Ellos están en sus estériles debates sobre los informes Pizza, la asignatura de religión o de ciudadanía, el bilingüismo o los libros te texto. 
El corazón sólo se lo van a poner los profesores, los padres y los alumnos. Por eso, quizás va a hacer falta nuevos profesores, nuevos padres y, quizás incluso, nuevos alumnos. ¿Qué hacemos entonces? ¿Echamos a todos los profesores, demolemos colegios, hacemos intercambios entre familias...? Quizás no haga falta eso, pero sin duda, si queremos conseguir un mundo nuevo nacido de la escuela, tendremos que aportarle algo nuevo a esa escuela. Y aunque no aparezca en los titulares de prensa, hay muchas personas que están trabajando en esa dirección. Vale con echarle un vistazo a "La Educación Prohibida". Pero nuestra experiencia aquí ha sido más directa y en primera persona.
Hace varios años conocimos a Meme. Ella es una madre plenamente dedicada a sus 3 niños, y eso ya te da el doctorado en Educación. Pero, además, desde muy joven, ha apostado por una educación holística en la que la gestión de las emociones, la autoestima, la respiración, la meditación, los abrazos, el yoga y el reiki son sus grandes herramientas. No ha sacado las oposiciones a Magisterio. Ni lo ha intentado. Pero profesores y maestros con décadas de docencia a sus espaldas acuden a sus clases para conocer su magia. Y su magia no es otra que el corazón.
Cuando la conocimos, quiso ofrecer su escaso tiempo libre a dar, sin remuneración alguna, sesiones a los niños del colegio. Desde el AMPA la respaldamos. La magia fue entrando en las aulas. Al principio los niños de 4 años, luego los de 5, luego una sesión quincenal a todos los niños del colegio....Y poco a poco los propios profesores le empezaron a demandar apoyo para gestionar sus aulas. Hoy, los Centros de Educación del Profesorado se la rifan para formar a los docentes. Ha tenido que decir "no" a tentadoras ofertas de centros privados con muchos ceros en sus cuentas corrientes. E incluso desde la semana pasada tiene su pequeño programa en una televisión comarcal. Ella es un ejemplo de ese corazón que necesita la escuela: ha dado su escaso tiempo libre durante años a la escuela a cambio de nada: ni sueldo, ni seguridad, ni cargo, ni reconocimiento...Y cuando das al universo sin esperar nada a cambio, el universo te lo devuelve con creces.
Ayer participamos en uno de sus demandadísimos cursos para docentes. Y se palpaba otra forma de hacer escuela. Una en la que el objetivo no es hacer mano de obra para el mercado laboral, sino seres felices y libres. Allí había docentes, padres y niños dispuestos a hacer "otra" escuela. Una escuela que no sea un "parking de niños", ni el paraíso de los exámenes, la memoria o los eternos deberes en casa para "machacar" los conocimientos. Una escuela donde padres y docentes "hacen piña". Y estamos convencidos de que con esa escuela, otro mundo es posible.

sábado, 17 de octubre de 2015

Gestos por la utopía

Ayer, paseando por la calle, un chico joven, desde un segundo piso, vació una botella de un litro sobre la acera y luego tiró el envase a la calle desde unos 8 metros. Poco después tuve conocimiento de un movimiento a nivel mundial, que ha movilizado a miles de personas simultáneamente para, durante un minuto, mirar a los ojos a un desconocido, y experimentar la sensación de conexión y cercanía con cualquier ser humano (el "Eye Contact Movement"). Son gestos muy simples, pero que evidencian un alineamiento de quien interviene en ellos con una forma de relacionarse con los demás y con lo que nos rodea.
Ante el enorme drama de los refugiados también caben gestos. El Papa hizo uno, mostrando su consternación, y animando a todas las parroquias a acogerlos. El Arzobispo de Valencia, Cardenal Cañizares, tuvo también la ocasión de tener un gesto hacia ese drama. Representando a quien representa, podría haber tenido un gesto en conexión con las Bienaventuranzas de Jesús, o ese "fui forastero y me acogísteis". O podría haber recordado la famosa frase del "todo lo que hagáis a uno de mis pequeños, me lo hacéis a mí". Sin embargo escogió otro gesto en forma de preguntas en voz alta: "¿Esta invasión de refugiados y emigrantes es todo trigo limpio? ¿Dónde quedará Europa dentro de unos años? ¿Vienen simplemente porque son perseguidos?". La tormenta que ha desatado evidencia que el simple gesto que guardan tres simples preguntas en voz alta, implica una energía descomunal, y una alineación con una forma de vivir en este mundo. Sin pronunciarme sobre su Eminencia, lo que es indudable es que su gesto va más encaminado a crear duda, desazón, cizaña y resquemor, que a la acogida, al abrazo, al encuentro y a la solidaridad de tantos miles de personas que se han sentido UNO con esos refugiados. Su gesto implica fronteras; implica que unos tienen más derechos que otros; que unos invaden a otros; y que unos tienen más catadura moral que otros, y por lo tanto pueden permitirse juzgar a los demás como trigo limpio o trigo sucio. Sin duda ha sido un gesto feo y que descalifica a quien lo realiza, y a quien representa. Estoy seguro que, por convencimiento del error o forzado por la avalancha generada, pedirá disculpas e incluso se sentirá víctima de un linchamiento mediático. Pero de ahí la importancia de actuar con consciencia con nuestros gestos, porque tienen mucho más valor del que creemos. Estoy convencido que gestos así provocan gestos de rechazo en miles de personas para los que una Iglesia representada de esa forma deja de tener sentido. Miles o millones de personas cuyos gestos están en las antípodas, trabajando por los demás, por la bondad y el entendimiento, sin hacer preguntas, sin solidaridades condicionadas, sin grandes golpes en el pecho, sin boato vacío, y sin medias tintas. Gestos así son los que, hace ya tiempo, me hicieron ver el sinsentido de necesitar intermediarios (y menos de este calibre) para acercarme a Dios. Y en ese proceso me dí cuenta que sin intermediarios, Dios soy yo, y yo soy Dios. Y eso sucede cuando me hago UNO con el otro, y cuando me olvido de mi "yo", de mi "ego", de mis prejuicios, y de mi pensamientos y doctrinas totalizantes.
Ese simple gesto con sus tres simples preguntas en voz alta han creado energía y predisposición en una dirección u otra de millones de personas estos días. De ahí la importancia de nuestra encrucijada diaria y personal a través de nuestros gestos. ¿Nos acercan al otro o nos alejan de él? ¿Nos conectan con nuestro ser esencial o nos convierten en autómatas? ¿Nos llevan al desprendimiento, a la libertad y a la alegría, o nos abocan a la acumulación, a la esclavitud y a la tensión permanente?
El mundo se encuentra ante una encrucijada decisiva. Pero no tanto entre ricos y pobres, entre explotadores y explotados, o entre el Sur y el Norte (¡que también!). Sino probablemente ante el mayor de los cruces de caminos: aquél que enfrenta las dos caras de nuestra moneda como seres únicos e irrepetibles; esa que nos confronta con nosotros mismos. Y deberemos decidir si queremos optar por un mundo nuevo o por un mundo en decadencia; por el "yo" o por el "nosotros"; por el "ser" o por el "estar"; por la confrontación o por la aceptación inconformista; por el miedo o por la libertad... Y en ese cruce no valen etiquetas ni resultados. No valen ni notas ni medallas. Ni siquiera vale el "qué dirán" o "cuánto sacaremos de esto". Estamos solos ante nosotros mismos, ante nuestra propia conciencia. 
No se trata de grandes heroicidades, ni de lograr cambiar el mundo con giros radicales. Se trata sólo de conectarnos con la utopía de un mundo más fraterno y humano. Nuestros hijos se alimentan diariamente de esos gestos. Por eso es crucial alinear los gestos hacia la utopía, hacia un mundo mejor. De ahí que sea necesario poner toda la consciencia en nuestros gestos cotidianos: con pequeños soplos de ternura; posicionándonos contra pequeñas injusticias que perjudican la educación de nuestros hijos; priorizando otras cosas en el trabajo;  viviendo con menos sin ser menos; dando sin esperar nada a cambio; creando nuestra propia suerte; acogiendo al otro, al diferente....Nuestro día a día es un pozo sin fondo de gestos, que nos alinean con la utopía o con lo viejo. Y nuestros hijos están muy pendientes. 


PD: Si hoy te apetece hacer un gesto, te proponemos uno: súmate al grupo teaming de Proyecto O Couso, todo un laboratorio de vida hacia la utopía, lleno de bellos gestos hacia el encuentro. Algunos nos dicen que qué se va a conseguir aportando sólo un  euro al mes (menos del precio de un café al mes). Pero lo importante no es el resultado: es el gesto. Y lo bello de los gestos es que haya muchos similares. Entonces los gestos se convierten en cascadas imparables que hacen que las utopías se conviertan en realidades.

martes, 6 de octubre de 2015

La mera presencia

No recuerdo un mes de septiembre más frenético. Reconozco haber perdido los nervios más de lo que me gustaría reconocer: conflicto con la Consejería de Educación, posibles cambios laborales, problemas con los seguros y burocráticos de distinta índole, cientos de novedades en las tres "vueltas al cole" de nuestros hijos... ¡Yo que me había propuesto nunca más andar con prisas! ¡Toma 7 tazas de prisas y stress!
Cuando uno pasa un período al límite, tiene la sensación de que cualquier asunto añadido va a desbordar el vaso. Por eso cuando una chica polaca nos pidió alojarse en casa durante unos días hasta encontrar un apartamento donde acomodarse con su hija, estuvimos tentados de decirle que no. Y no sólo por el pequeño caos de este comienzo de curso, sino porque cuando alguien nos visita nos gusta acogerle al 100% y dedicarle el tiempo que se merece y éramos conscientes de que materialmente en esta ocasión no iba a ser posible. Así se lo hicimos saber, pero parecía imperiosa su necesidad y accedimos. A fin de cuentas nuestra primera experiencia como couchsurfers durante el verano había sido excepcional, y las circunstancias parecían exigir que era el momento de estrenarnos como anfitriones.
Mucha gente de nuestro entorno no entiende que nos hayamos abierto a acoger a desconocidos, teniendo en casa a tres niños. Y más aún cuando ni siquiera conocemos al detalle sus circunstancias personales o familiares. ¿Temeridad? Puede ser. Pero cada vez más sentimos que cuando alguien te necesita, el foco hay que ponerlo en su necesidad, y no en los miedos de lo que podría suceder. En el caso de Gosia y su pequeña Józia de 2 años, simplemente querían pasar unos meses en un clima benigno, comiendo buena fruta y verdura, antes de que la niña empezara a ir al colegio. Una razón tan buena como cualquier otra para encontrar nuestro respaldo. De hecho, no hemos podido evitar acordarnos de tantos y tantos miles de refugiados cuya razón para abandonarlo todo es evitar ser bombardeados o masacrados. ¿Quiénes somo nosotros para juzgar las razones de una familia para tomar la decisión de moverse por este nuestro planeta? Cada uno tiene sus razones, y cada vez estamos más convencidos de que no existen fronteras ni nacionalidades y ojalá llegue un día en que los pasaportes sean cosa del pasado.
Los cuatro días que hemos pasado con nuestras amigas polacas han sido muy agradables: buena oportunidad para practicar el inglés en casa, para conocer anécdotas de otras culturas y para que los niños disfrutaran de lo lindo con el nuevo bebé de la familia. No pudimos mostrarles sitios de interés o monumentos, pero parece que no importó. Lo crucial lo tenían: cama, comida, red wifi para la búsqueda de apartamento, y buenos consejos. Les echamos una mano con las llamadas a las inmobiliarias (ya que aún Gosia no conoce el español), y les acompañamos a la hora de visitar y decidirse entre los últimos apartamentos. Parece que nuestra mera presencia como sus amigos y traductores obró el milagro. Las condiciones draconianas que les pedían para el alquiler (6 meses por adelantado) se esfumaron; la petición de avales y de justificantes de ingresos también; y las puertas de un soleado y bello apartamento a precio irrisorio se les abrían de par en par sólo por haberles acompañado. Simplemente habernos prestado a acogerles y acompañarles era justo lo que les abría la puerta a su pequeño sueño. Algo así debió suceder con el milagro de los panes y los peces: disponibilidad para compartir, aunque sea un poco de tiempo.
Ayer les llevamos al apartamento las últimas cajas que habían llegado por mensajería a casa desde Polonia. Gosia nos manifestó que no sabía cómo correspondernos: se sentía en deuda con nosotros. La mejor forma, sin duda, es que siga floreciendo nuestra relación y amistad. Parece que el SER UNO con el prójimo no requiere ni dinero, ni esfuerzos especiales, ni grandes golpes en el pecho; quizás sí olvidarse de nuestro stress, y salir de nuestro ahogo cotidiano. A veces la acogida y la mera presencia obran milagros. 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

(Re)Vuelta al cole

Fue sin duda premonitorio. Nuestra entrada como familia en el Sistema Educativo fue "por la puerta grande". Nuestro hijo mayor, que hoy tiene 14, iba a iniciar sus primeras clases de preescolar. Nosotros por aquel entonces vivíamos en Linares y lo apuntamos en un colegio que por calidad y cercanía nos convencía mucho. Por si acaso, planteamos una segunda alternativa en otro centro también cercano, por si no resultaba adjudicatario en ese centro. Para nuestra sorpresa, no le adjudicaron ni en uno ni en otro, sino en otro colegio a kilómetros de distancia y con fama de problemático. Como no salía de mi asombro, me estudié la normativa para ver qué había sucedido. Al margen de las familias que habían hecho "trampas" a través de empadronamientos falsos, al parecer el sistema informático no había recogido la complejidad del sistema de reparto de plazas, y por tanto ni contempló nuestra segunda opción. Pedí reunirme con el Director del Centro y después con el Inspector de Educación, y ambos me dieron la razón. Me prometieron que incorporarían ese "lapsus" que se había producido, me dieron una "palmadita en la espalda" y me agradecieron los servicios prestados por la causa educativa en nuestra región. Pero iba a ser que no. Hubo una "palmadita interruptus". No estaba dispuesto a que mi hijo, y otra veintena de familias más, fueran tratadas como cobayas y tuviéramos que asumir un error ante el que no parecían tener respuesta ni solución.
Empecé a organizar a los padres y montamos una plataforma reivindicativa. Empezamos a recoger firmas y mostramos que no estábamos dispuestos a transigir con una injusticia ante la que nos pedían agachar la cabeza. Nuestra propuesta era montar una unidad o clase más en el centro, dado el crecimiento demográfico que se estaba produciendo en la zona, y el protagonismo que ese centro estaba llamado a ostentar.
Pero nuestra "amada" administración autonómica tenía otros planes: se dedicó a llamar uno a uno a esa veintena de familias, para "bajo cuerda", ofrecerles una "valiosísima" plaza en distintos centros concertados, ¡y a coste cero!. Y como suele suceder en estos casos, el modo "chollazo total" se activó, y al grito de "tonto el último", todas las familias acogieron con los brazos abiertos unas plazas que en otras circunstancias no habrían querido "ni en pintura". Pero así es el ser humano a veces: "mejor pájaro en mano..." Y lo de "la unión hace la fuerza" prefirieron dejarlo para otro día.
Tan sólo nosotros y otra familia, que ya tenía a otro hijo matriculado en el centro, y a la que arbitrariamente habían dejado fuera de la zona de influencia del centro, dijimos un "no" rotundo. Llegaríamos hasta las últimas consecuencias, incluida la no-matriculación del niño ese curso. Además, aproveché y adelanté a la secretaria de la Delegada el borrador de una nota de prensa, que preparé para remitir a los medios de comunicación informando del caso, junto con la invitación al Inspector para debatir en un programa de radio que llevaban unos amigos las "bondades" de aquel sistema de matriculación. Casualmente esta familia y nosotros fuimos los únicos que finalmente tuvimos plaza en el centro en cuestión a las pocas semanas.
Casi 12 años después nos encontramos en otra batalla contra la misma administración educativa de la Junta de Andalucía. Parece que el tiempo ha mejorado poco su gestión. Y de nuevo ayer mismo tuvimos que "enseñar los dientes", anunciando una huelga general de estudiantes y familias, ante unos flagrantes incumplimientos en materia de educación musical en el conservatorio de mis hijos. Algún día contaré los pormenores de esa batalla. Lo que tengo claro es que, como ya nos sucedió hace años, si la causa es justa, no caben atajos, y una administración jamás podrá doblegar a un amplio número de familias, actuando al unísono en defensa de sus hijos, especialmente si tienen claro que no es posible delegar en otros la hermosa tarea de educar a su prole. Como entonces, nos toca una "vuelta al cole" algo revuelta.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Sin fronteras

Lo sé: no es bueno ponerse a escribir cuando la indignación le hace a uno perder el equilibrio y decir cosas que quizás no debería. Pero en este tema hace tiempo que me dí por perdido. Y cuando en un grupo de amigos o en algún medio de comunicación sale la cuestión de la inmigración, y empiezan a dibujarse fronteras, derechos de unos y de otros, pasaportes y argumentos de seguridad de los de aquí...Lo siento, pero pierdo todo sentido de la mesura.
Quien abra en estos días un periódico o vea un telediario y no sienta rasgarse por dentro algo muy profundo ante el enorme drama de los refugiados, quizás deba acudir al especialista y mirárselo. Sobre todo si aún le quedan ganas de argumentar sobre "los derechos de los de aquí", o sobre "si no hay trabajo aquí para todos" o sobre si la "asistencia sanitaria debe ser o no universal"...
Reconozco que hoy se me ha roto algo en el pecho cuando he visto la foto de ese niño, que apenas sabría andar, tendido boca abajo, muerto sobre la arena de una playa de Turquía. No he podido evitar imaginarme a cualquiera de mis tres hijos en una situación así. Y ante eso, no entiendo que haya quienes hablen de "reparto de cuotas de refugiados" y de "solidaridad con condiciones", en un manejo obsceno del ser humano como mero ganado o mercancía.
Prefiero tornar mi indignación en esperanza al conocer en primera persona casos como el de Adama, un chaval acogido por nuestro querido Héctor en su propia casa, y cuya visita esperamos con muchas ganas próximamente. Adama es natural de Costa de Marfil. Se fue con su hermano a la capital, Abidjan, a buscarse un futuro, y con 16 años se coló de polizón con otro amigo en un carguero de frutas a la busca de un futuro sin destino concreto. Al cabo de unos días desembarcó en lo que resultó ser Marsella, y buscando algún conocido de algún conocido, tomó un autobús para Bilbao. En la parada de Vitoria su desconocimiento del castellano y su inocencia le delataron como inmigrante ilegal, y acabó con sus huesos en un centro de internamiento para menores inmigrantes. De allí acaba de salir recién cumplidos los 18, y gracias al acogimiento de Héctor, se está forjando un futuro. No necesita caridad ni ninguna solidaridad paternalista. Sólo necesita una oportunidad, que por haber nacido unos kilómetros más allá de una raya mental que nos hemos inventado, se le niega. Y bien que la está aprovechando el bueno de Adama, todo un "crack" en los cursos de camarero y atención domiciliaria que ha realizado.
Estoy convencido que Adama saldrá adelante, y que en breve le contratarán y podrá ir regularizando toda su situación. Porque Héctor confió en él y porque está aprovechando la oportunidad que le ha dado la vida, que no es precisamente el ser futbolista, como reza en su pasaporte y en el de tantos chavales africanos engañados con ese absurdo negocio. Su sonrisa, su cercanía y su inocencia son un regalo, aunque durante el rato que compartimos con él, noté el peso de las miradas recelosas de su color de piel, mientras mis hijos se quedaban impresionados por su testimonio. Él sólo mira para adelante. Sólo quiere hacer las cosas bien. No da ningún mérito a su hazaña frente a tantos compañeros que se juegan la vida en las pateras.
Deseo con fuerza que cada vez haya menos fronteras (sobre todo mentales), menos niños tirados en una perdida playa, y más casos como el de Adama. No va a depender de gobiernos "salvapatrias". Más bien de que haya muchos "Héctor" dispuestos a "acoger al forastero" (Mt, 25,35) y a actuar "de igual a igual" con el prójimo.

sábado, 29 de agosto de 2015

Retiro familiar

A veces pienso que nuestra vida familiar es demasiado intensa, llena de idas y venidas, de encuentros , de viajes, de proyectos, de iniciativas... Es cierto que los cinco estamos cargados de energía y nos cuesta parar de hacer cosas. Pero la esencia de la vida no está en hacer, hacer y hacer, sino precisamente en no-hacer. Por eso es sagrado para nosotros esta semana de agosto en la que paramos de hacer y nos regalamos un retiro familiar los cinco juntos, alejados de todo y de todos, rodeados de naturaleza. Unos días para darnos cuenta de lo pequeños que somos frente a un Universo tan grande y hermoso. Este año nos hemos perdido del mapa en Ordesa y como todos los años está siendo una semana mágica.
El plan es muy sencillo: madrugamos y sobre las 10 de la mañana estamos ya recorriendo montañas majestuosas o impresionantes valles hasta que empieza a oscurecer por la tarde y volvemos exhaustos. Andar, andar y andar, como la vida. Pero en este caso alejados de estímulos que nos separan de lo esencial: estar en el aquí y en el ahora. Y una fórmula tan sencilla es la que cada año nos equilibra y cohesiona como familia. Son largas horas de esfuerzo compartido, de risas y de bocatas. Pero sobre todo de darnos un espacio y una atención exclusiva los unos a los otros que no siempre es sencilla. Y con algo tan simple, se obran milagros.
Hace un par de días, con mi hija menor, mientras subíamos a la "Cola de Caballo", quise hacer una prueba. Ella es el ser más vehemente, vital y enérgico que existe. Vive con intensidad los buenos momentos, pero se hunde ante el menor contratiempo. La reté a que estuviera 5 minutos seguidos sin reaccionar al menor estímulo exterior, y ser consciente de sus reacciones. Nuestro cometido era sacarla de su silencio y concentración y hacerla "saltar". Tardó más de 2 horas en conseguirlo: las bromas, la conversación ajena, el miedo a sentirse excluida, o cualquier comentario levemente hiriente la hacían revolverse y salirse de su centro, como nos suele pasar a todos con los estímulos de nuestro día a día: televisión, internet, los vecinos, los compañeros de trabajo, el siempre presente móvil... Al cabo de esas dos horas comprendió que podía ser dueña de sus reacciones y no esclava de los estímulos externos simplemente prestando atención y haciéndose consciente. Ella misma decidió seguir haciendo el juego a diario para entrenarse.
Otro bello aprendizaje surgió en los días siguientes sin ni siquiera buscarlo. Cada vez más los niños buscan su espacio e independencia, y quisieron adelantarse a la vuelta para llegar victoriosos los primeros al coche. Les dejamos, pero en un repecho del camino les vimos e intentamos acercarnos a ellos para retomar la conversación. Rápidamente vieron nuestro intento y buscaron otro atajo para escaparse y demostrarnos su fortalezas a pesar de la larga caminata. Pero nuestro atajo nos llevó al cabo de 10 minutos 500 metros por delante de ellos y ganamos sin pretenderlo la improvisada carrera. Nuestras risas contrastaban con su enfado y frustración: habíamos ganado a pesar de no haberlo pretendido, y ellos habían perdido a pesar de sus esfuerzos. Sin duda habíamos hecho trampa. Los mayores solemos reaccionar también así en nuestra vida.
Ayer intentaron el segundo asalto, y se escaparon en el último trecho de la ruta. Esta vez no íbamos a intentar ni siquiera un atajo, y nos detuvimos en dos cascadas para darles tiempo. A falta de 5 minutos para la llegada oímos sus gritos a nuestras espaldas. ¿Cómo podíamos haberles adelantado? Caras largas. Había habido motín a bordo y diferencias de criterio en un cruce de caminos. Anduvieron cerca de una hora perdidos. Nueva carrera perdida, pero era lo de menos. Aprendizaje de vida "al canto" con el susto aún en el cuerpo. Adoro estos días de retiro familiar.