lunes, 24 de junio de 2013

El flautista de INEM-lin

Desde hace unas semanas estoy trabajando en una oficina de (des)Empleo. Me siento como un corresponsal de guerra, testigo de un cuento "macabro" en el que desempleados y funcionarios danzamos hipnotizados al son de una música que nos han puesto, y tras la cual andamos, sin hacernos las preguntas clave para salir de esta hipnosis colectiva: "¿POR QUÉ?" y "¿PARA QUÉ?".
Hace tiempo que me hablaron del concepto de "Mente-Colmena". Al principio me pareció algo exagerado, pero mi experiencia actual me hace constatar que es una gran realidad, y desgraciadamente (si no lo evitamos) en franco crecimiento. Según ese concepto, las personas servimos en la medida que contribuimos al bien colectivo superior, como si de hormigas o abejas se tratara. No pasa nada si es necesario sacrificar por el camino a los individuos que sea preciso (con deshaucios, esquema esclavizantes de desempleo o recortes sociales). Todo sea en pro del todopoderoso y teórico "Bien Común". Lo peor de ese esquema es que perdemos nuestra individualidad, nuestra esencia más sagrada, ese "yo" que nos hace únicos. Y nos vemos sometidos a las directrices que nos marca nuestro "flautista" de turno, creyendo que siguiendo su música estamos salvados y disfrutaremos de salud, dinero y amor...Sin embargo, si no somos capaces de tener un mínimo de criterio, y de capacidad crítica; si no somos capaces de salirnos del redil y actuar como "ovejas negras"; si no actuamos en base a nuestra individualidad, estaremos sometidos a la tiranía de nuestra "Abeja Reina".
Efectivamente, el anterior párrafo podría sonar apocalíptico y exagerado. Pero sólo pretendo gritar en alto lo que veo en mi "día a día", por si a alguien le apetece despertar de esa hipnosis, y dejar de seguir la música del flautista, o salir huyendo de su colmena.
Cuando entré en el Servicio de Empleo de mi Comunidad Autónoma, y participé en las jornadas iniciales de formación, aspiraba a una formación más o menos completa dirigida a mitigar tanto dolor colectivo por el desempleo y los recortes. En los últimos meses se han despedido a más de 800 personas en Empleo, y aunque no cabe buen servicio en Empleo si no se crean oportunidades desde las empresas y el emprendimiento, qué menos que dar asesoramiento y orientación, un poco de empatía y asertividad...Mi gozo en un pozo...Los 4 días se dedicaron exclusivamente a profundizar en la herramienta informática que mantiene perfectamente clasificados a nuestros desempleados. Una herramienta a la que los técnicos de toda Andalucía dedican el 100% de su tiempo. De inmediato hice la pregunta de rigor: ¿Para qué sirve realmente eso? ¿Por qué nos hemos convertido en verdaderos expertos de la clasificación de ratones-desempleados? La música del flautista ya se había apoderado de mis compañeros...Vale más un sueldo seguro, que plantearse cosas trascendentes. En los mejores tiempos nuestro servicio intermedió en el 9-10% de los contratos de trabajo que se firmaban; ahora en el 2% de lo poquísimo que se firma. Estamos, pues, todo el día rellenando formularios de clasificación de nuestros desempleados para meros efectos estadísticos. Uffff....¿Y no valdría dedicar un poco menos tiempo a esa labor, y un poco más a la orientación, al reformzamiento de las capacidades para la empleabilidad, a la motivación hacia la búsqueda activa de empleo o el emprendimiento? Como mis preguntas no parecían ser escuchadas por la música del flautista, las puse por escrito junto a una batería de propuestas, esperando que mis jefes actuaran como tales y se dedicaran a administrar, que no es otra cosa que gestionar los recursos escasos que podamos tener. Nada más lejos de mis intenciones: ya están totalmente abducidos por la "musiquilla diabólica", y se conforman, como en servicios centrales, con maravillosas estadísticas de tiempos de espera y de atención a los usuarios. Eso es lo que tiene la "mente-colmena": que crea magníficos sistemas de auto-justificación y de apaciguamiento de nuestra mente. De intermediar, lo que se dice intermediar, poco. De "políticas activas de empleo" (que es a lo que paradógicamente nos dedicanos), menos aún. Ahora sí: ¡tenemos organizado un sistema de citas, que es la envidia de las "ratitas" del lugar!. Todas en fila india, organizadas en turnos de 15 minutos, para evitar aglomeraciones y sobre todo conatos de rebeldía ante la situación. Todo muy civilizado.
Una pena que, los que tenemos trabajo a este lado del escritorio, nos sintamos tan "a gustito" cobrando por mirar a la pared (que es realmente para lo que sirve nuestro trabajo actual).
Pero aún es más penosa la situación en la parte de los demandantes de empleo. Miles de personas a las que atiende mi oficina, con verdaderos dramas familiares, y que se encuentran poseídos por esa "maligna música flautera". Vienen a la oficina en un ritual programado, repetido hasta la saciedad desde hace años, a renovar su tarjeta de demanda para que no caduque, cada 3 meses. Por supuesto, ya lo pueden hacer por Internet, por el móvil, todo muy civilizado....Pero de nuevo: ¿para qué?. No se trata sólo de que no hay ofertas de trabajo, y que la "abeja reina" ahora mismo no tiene nada para darles de comer. No se trata sólo de que sería mejor que dedicaran sus esfuerzos a crear su propio trabajo, a plantearse emigrar, o a reenfocar sus vida. No. Se trata de que cuando reviso los perfiles informatizados de estas personas que vienen "religiosamente" a sellar, los tienen  vacíos completamente. Es decir, que vienen a sellar, teóricamente para mantener una antigüedad, y creyendo que el flautista o la "abeja reina" les "sacará de esta", pero sin ni siquiera saber que sus fichas, tan inmaculadas, jamás podrán llamar la atención de una oferta de trabajo....¿Para qué?....¿Por qué?...Elemental querido Watson...
Afortunadamente, aún quedan ovejas negras. Personas que se han puesto "tapones" en los oídos para no escuchar al flautista. Gente que, al doblar la esquina, se sale de la cola de la colmena, y decide emprender, buscar su propio camino, a veces incluso emigrar o cambiar de vida...Buscar en su interior la respuesta a la grave situación que vivimos, y no esperar a que los "flautistas de turno" se la resuelvan...Esa gente merece toda mi atención y esfuerzo. Ellos son el sentido de mi trabajo actual. Con ellos me vuelco en tiempo y esfuerzo, aunque ya me hayan dado algún toque de atención por salirme de los tiempos establecidos en las estadísticas...Pero yo siempre llevo mis tapones de repuesto en el bolsillo: esos que me permiten escuchar a mi conciencia, antes que a jefes, políticos o "musiquillas de pacotilla".

martes, 4 de junio de 2013

Lo hicimos porque no sabíamos que era imposible

A lo largo de estos meses de incesante búsqueda de un mundo diferente para vivir junto a nuestros 3 hijos, ha habido mucha gente que nos ha preguntado en qué acabará dicha búsqueda: ¿quizás en mudarnos a otro país?; ¿quizás en trasladarnos al campo a vivir una vida más en contacto con la naturaleza?; ¿quizás en cambiar de trabajo?; ¿quizás en incrementar el compromiso con alguna ONG o proyecto social?; ¿quizás en cambiar de hábitos alimenticios?; ¿quizás en ayudar a impulsar alguna alternativa política? Alguna de estas alternativas ya están en marcha, y a otras les respondemos: "puede ser..." Pero lo que seguro, seguro, seguro que implica esa búsqueda de un mundo diferente para vivir es el convencimiento de que es necesario engañar a nuestra mente.

Observamos con preocupación hasta qué punto nuestro entorno, nuestros hábitos, los medios de comunicación y nuestra propia educación condicionan y limitan hasta grados insospechados nuestras posibilidades y potencial como seres humanos. El "no se puede" o "no se debe" preside gran parte de nuestro "hacer" y nuestro "pensar". Pero, realmente, ¿quién decide eso salvo yo mismo?

Ayer fui a pasear en bici con mis 2 hijos más pequeños. Dimos una vuelta larguísima. Y ya casi anocheciendo, quisimos dar una sorpresa a su madre, yendo a recogerla a su trabajo. Pero para ello era preciso subir una larguísima y empinadísima cuesta. Mi hija pequeña tiene una bici muy básica, sin marchas ni nada, y apenas lleva unos meses sin ruedines pequeños. Por eso quise animarla a que lo intentara, sabiendo que "era imposible" que la subiera sin bajarse de la bici ni poner un pie en el suelo...Que ni yo mismo sería capaz de hacerlo...Y la reté con una apuesta en broma...Pero ella no sabía que era imposible...Y allí fue ella con sus 7 añitos, subiendo la cuesta puesta en pie "a lo Indurain" hasta llegar a la cumbre...Mi boca me llegaba al suelo de asombro...

Estamos seguros que ese "mundo diferente" es de los que son sordos...Pero no porque tengan problemas de oído, sino porque no están dispuestos a escuchar las tonterías que los demás nos dicen sobre nuestras limitaciones...Y por sordos, son capaces de hacer lo imposible porque no sabían que lo era...

Nuestra mente trata de dominarnos por completo, y la opinión de los demás no hace sino ayudarla...Pero nosotros somos mucho más que nuestra mente...Si nos lo creemos de verdad, o si nos hacemos sordos a lo que nos digan...

En una conferencia super-simpática de Omar Villalobos hablando precisamente de estos temas, cuenta cómo la madre de Dalí, de pequeño, no paraba de decirle lo siguiente: "Salvador, hijo mío, dibujas como los dioses..." ¿Os imagináis lo que podríamos hacer si nos convenciéramos o nos convencieran de que es posible lo imposible? ¿Acaso no cambiarían muchas cosas en nuestros trabajos, nuestras familias, nuestra política o nuestra economía? Dalí se lo creyó...Y acabó siendo un "dios de la pintura"...Y digo yo, como Omar: si no paran de engañarnos los políticos, los anuncios de televisión, la historia, o incluso nuestros padres para que nos tomemos la sopa, ¿por qué no engañar nosotros a nuestra mente para encontrar ese mundo mejor a base de "imposibles"? Nosotros lo estamos empezando a poner en práctica, y los resultados son alucinantes.