sábado, 27 de octubre de 2012

¿Inconformistas? Sí. Pero es momento de HACER. #Artedemismanos


Desde que mis niños eran pequeños, ha habido siempre una frase que se repetía mucho en casa, y que trataba de buscar la coherencia entre sus intenciones, sus palabras y sus hechos: "No basta con decir: hay que hacer". Esa misma frase, no hace mucho nos la planteamos mi mujer y yo muy en serio. Llevamos cerca de 8 meses en este blog alzando la voz, denunciando injusticias, posicionándonos en pro de un despertar colectivo...Hemos conocido a centenares de personas con las que intercambiamos opiniones...Sin embargo, como les decíamos a nuestros hijos desde pequeños: "no basta con decir: hay que hacer". Teníamos que dar un paso más. La situación es lo suficientemente crítica, y hay tanta gente pasándolo mal, que no podíamos quedarnos pensando sólo en nuestro futuro o el de nuestros hijos. Había que hacer algo por los demás. Que transformara la realidad, que no dependa de que alguien venga a solucionarnos la "papeleta". Y que sirva para animar a otros a emprender también su camino del HACER.

Y en esas estábamos cuando nuestra amiga Rocío nos invitó a conocer un proyecto de una Casa de Acogida. Nos pareció que en él se vivía la esencia del verdadero sentido de la vida: hacer algo por transformar este mundo, más allá de preocupaciones absurdas de hipotecas, deudas o prima de riesgo. Y decidimos dar el paso. Hablé con mi amigo Antonio y decidimos crear una campaña de crowdfunding o financiación colectiva para un proyecto de la Casa de Acogida. Creé una historia describiendo su realidad. Antonio le pidió a su amigo Marcos que dibujara la historia. Marcos involucró a Marina, que a su vez involucró a su amigo Eduardo, que es actor, para que leyese la historia. Tras algún que otro contratiempo, conocimos por Internet a Alberto, que fue quien finalmente transformó la historia, los dibujos y el audio en un vídeo. Con Álvaro y Mariló perfilamos los detalles del proyecto en la Casa de Acogida, elaboramos la memoria, pedimos presupuestos...Y aquí tenéis el resultado: un pequeño sueño hecho realidad, en el que ya el camino recorrido hasta ahora ha valido la pena. El de un grupo de personas que creen que la energía positiva es contagiosa. Y que además tiene capacidad para transformar este mundo.

Estamos convencidos que este mundo no va a cambiar porque venga alguien a salvarnos. Depende totalmente de cada uno de nosotros. De nuestro cambio de "chip". De que vivamos ejemplos de que es posible. Y este proyecto aspira a ser un ejemplo de ello. Por eso nos enganchó desde el principio: por su capacidad para transformar realidades a base de unir los pequeños esfuerzos de muchas personas. Con los 5 o 10€ de muchas personas que quieren transformar la realidad, sin buscar una remuneración económica, sino recompensas simbólicas, se están cambiando muchas cosas. Y nosotros hemos querido hacerlo también con la Casa de Acogida de Alozaina.

Creo que no somos conscientes de la capacidad de nuestra voluntad individual para cambiar la realidad. Y de cómo esa voluntad, unida a la de cientos de personas decididas como nosotros, puede transformar lo que nos rodea. Cómo con mis manos puedo crear otro mundo. Cómo puedo hacer #ArtedemisManos. Por eso este proyecto. Porque va de verdad de unir fuerzas, de ahondar en la convicción de que LA UNIÓN HACE LA FUERZA.

Y este post no tendría sentido si se quedara en dar esta opinión, y esperar tu comentario o tu difusión en la redes sociales. No. En este caso busco tu complicidad. Te invito a HACER, no simplemente a decir u opinar:
1.-Entra en http://goteo.org/project/artedemismanos . Disfruta de la historia de dibujos animados y conoce la historia real que hemos preparado.
2.- Si te apetece cofinanciar la iniciativa, hazlo. Sin duda vale la pena. Siéntete parte del proyecto, ¡de verdad! De hecho, verás en las recompensas, que hemos previsto, para el que le apetezca, la posibilidad de conocer in situ la casa...Queremos generar un contacto directo con esta realidad.
3.-Difúndelo en tu blog, en tu facebook, en tu twitter... con el hashtag #Artedemismanos. Personaliza tu mensaje. Siéntelo en primera persona...Y si te apetece colaborar para, en unos días, hacer Trending Topic esta campaña en Twitter, escríbenos a familiade3hijos@gmail.com o @familiade3hijos y te diremos cómo lo estamos preparando (cualquier ayuda es bienvenida, porque aún somos muy novatos en esto!!).

Hagamos arte de nuestras manos. #Artedemismanos.

jueves, 11 de octubre de 2012

Mi hijo frente al niñovicentismo

"¿Dónde va Vicente? Donde va la gente". Ese es un dicho popular que evidencia, en mi opinión, buena parte de la apatía que nos lleva a seguir en el sofá consumiendo tele-basura o fútbol a destajo, mientras les quitan a nuestros hijos el futuro. O a movilizarnos y salir en masa para una causa tan noble y elevada como los éxitos de la selección española de fútbol. Pero visualizarlo de una forma tan clara me ha causado un profundo shock. En el siguiente vídeo (VER) se hace un experimento en un ascensor. En él, una persona que comparte un ascensor con otras personas, modifica su posición y su mirada hasta el absurdo, movido por la presión social o del grupo. Verlo desde fuera causa hilaridad. Pero vivirlo en el día a día hace a quienes son capaces de superar esa presión del grupo, unos auténticos héroes. Por eso estoy tan orgulloso de mi hijo mayor por la difícil prueba que el pasado curso hubo de superar en esta asignatura.
Los que siguen este blog, bien saben que procuramos fijarnos en las enseñanzas de nuestros hijos (ver los posts del niño-anguila o el de "creer es crear") como formas de luchar contra las programaciones y los condicionamientos que nos encarcelan a los adultos. Por eso, este caso de mi hijo de 11 años, me parece muy ilustrativo. Él es un chaval muy sociable, para el que la pertenencia al grupo resulta fundamental. Le cuesta pasarlo bien solo, y ello le lleva a depender de los demás  (a veces demasiado) para disfrutar. Por eso tiene aún más mérito lo que sucedió. Sus compañeros y amigos más íntimos, empezaron en 5º curso a ejercer prácticas de "matonismo" contra los pequeños: que si una "colleja", que si un insulto, que si una broma para ridiculizar....La cosa fue subiendo de tono, y mi hijo se encontró ante una dicotomía: o seguir esas prácticas para continuar "calentito" al refugio del grupo, o separarse de ellas, y con ello, verse "solo ante el peligro". Le costó mucho la decisión, pero optó por lo segundo. Y ello le granjeó unas semanas de infierno que no olvidará. Los insultos y vejaciones se volvieron contra él. Le llamaron de todo, menos "bonito". No podían aceptar que "uno de los nuestros" se apartase y se opusiera a esas actitudes. Esas semanas lloró y sufrió mucho. No entendía cómo los que él había considerado "amigos del alma" ahora le machacaban a insultos, le hacían el vacío, y le obligaban a jugar con los pequeños del colegio. Fue una durísima enseñanza.
Mi hijo tiene ciertas dotes de liderazgo, y con el paso del tiempo, sus ex-colegas, empezaron a observar que buena parte de la clase y de los colegas del recreo, se empezaban a arrimar de nuevo a él. Entonces empezaron una segunda fase del hostigamiento: "o con nosotros o contra nosotros". Pero dos no pelean si uno no quiere...Y si uno no entra en las malas vibraciones de los demás, esa energía "chunga" se diluye...Mi hijo vio reforzada su postura cuando el resto de la clase, volvió a jugar con él. Aquellos que le habían denostado, volvieron a tender puentes, al empezar a verse solos. Rebajaron su "gangsterismo", y optaron por diluir el conflicto.
Él ha aprendido mucho en estos meses sobre el valor de lo auténtico y de los principios, de la importancia de resistirse al "qué dirán" o a la presión del grupo. Ha reforzado mucho su personalidad, y ha relajado su dependencia de los otros. Ha sido un verdadero ejemplo para nosotros, a pesar del sufrimiento vivido (un verdadero drama a esas edades). Y yo me pregunto: ¿hasta cuándo estaremos los adultos dispuestos a soportar esta presión social que nos inmoviliza, que nos genera apatía y nos impide actuar con firmeza en pro de lo justo, y alzar la voz contra tanta injusticia?

sábado, 6 de octubre de 2012

Naturismo e ideología

Aunque los niños ya han empezado el "cole", los que vivimos en la costa tenemos la suerte de poder aprovechar estos últimos días del verano en la playa, y con apenas turistas. Eso hicimos hace unos días por la tarde con los niños, llevándoles a una nueva playa que nos había aconsejado una buena amiga. Es un sitio muy especial. Y lo es no sólo porque esa perdida cala tiene unas vistas preciosas, unas aguas aterciopeladas y genera unas magníficas vibraciones para el que la visita, sino porque se respira un ambiente de respeto y de civismo, que no es fácil percibir en otros sitios. A pesar de que siempre hay gente, allí nunca queda ni un solo papel en la arena, nadie molesta con su música o con la pelota al vecino, y se respira un ambiente contagioso de tolerancia. Especialmente porque buena parte de los bañistas van desnudos.
Yo nunca he practicado el naturismo o el nudismo. Y siempre que, por casualidad, hemos entrado en una playa nudista, me he sentido presionado o mal visto por los demás, al no ser "practicante". Y no podía evitar sentirme violento. Sin embargo, en este sitio el clima es distinto: quien desea desnudarse genial, y el que no, también.
Avisamos a nuestros hijos de la condición naturista de la playa, para que no les chocara la situación. Y no dejé de observar sus reacciones ante la novedad. Notaba en ellos la curiosidad por el hecho de jugar y bañarse desnudos, pero a pesar de su espontaneidad, veía cómo la presión de "lo habitual", del "qué dirán" o del "seguro que me están mirando" era muy superior. Poco a poco, y cada uno a su ritmo, los tres decidieron desnudarse y bañarse como vinieron al mundo, con un regocijo absoluto. Pero al cabo del rato, decidieron ponerse de nuevo su bañador. Ni ellos mismos entendían por qué se sentían "raros". Yo les expliqué que, a fin de cuentas, el ir vestidos es un convencionalismo y un convenio social. Algo totalmente relativo, y que podría cambiarse. Que nosotros venimos desnudos al mundo, y que hay razas y tribus que están desnudos siempre, y otras, por contra, que se tapan hasta la cara. Y les animé a que vivieran la experiencia como un desafío a la presión que todos, absolutamente todos, hemos sentido por el "qué dirán", por lo que está bien o mal, por lo que es correcto o no socialmente... A fin de cuentas, un pequeño ejercicio para ellos de hasta qué punto dejamos de ser libres por la presión del grupo. No pude evitar acordarme del cuento del elefante encadenado, de Bucay, por su similitud, en cuanto a las cadenas que nos oprimen, casi sin quererlo, y que probablemente nos tienen paralizados ante tantas injusticias actuales, sólo por la costumbre de "lo habitual".
Eso fue lo que vivieron mis hijos, y cómo les removió la anécdota a ellos. Pero quizás deba añadir cómo lo viví yo. Mi mujer y yo habíamos visitado la playa solos unas semanas antes, y rápidamente nos envolvió ese entorno de respeto al que me refería antes. Jamás se me había ocurrido desnudarme en público. Y no creo que me vaya a convertir al "naturismo radical y permanente". Pero ese respeto, esa sensación de que a fin de cuentas todos somos iguales, todos tenemos lo mismo, y que lo único que nos separa es lo que creamos con nuestra mente, me hizo cambiar de postura. Además, en el estado actual en el que vivimos de cambios tan profundos a todos los niveles, creo que resulta muy interesante explorar nuevos caminos y cómo reaccionamos ante ellos. No pude evitar pensar que, en la sociedad, si hubiera ese respeto, esa sensación de que todos somos iguales, de que todos tenemos lo mismo, pensemos como pensemos, o hayamos votado a quien hayamos votado, nos iría mucho mejor. Creo que, tengamos la ideología que tengamos, si decidiéramos ser tolerantes en nuestras diferencias, sin mirarnos por encima del hombro, tan sólo rigiéndonos por los PRINCIPIOS (que es lo que más nos une), sin duda, TODOS actuaríamos al unísono contra las injusticias actuales. Pero no podemos evitar mirar al de al lado, y pensar o decir: "¿cómo voy a ir de la mano de este/a que de derechas o izquierdas?"
Yo decidí desnudarme. Ya lo he hecho varios días. Y la sensación fue maravillosa. Y no sólo por el pleno contacto con la naturaleza, el sol, el mar, el viento...Sino porque sentía que derrumbaba en mi interior muros de miedo al "qué dirán" y programaciones que, desde pequeñitos, todos incorporamos a nuestra mente. Estaría genial que todos nos denudáramos un poco de nuestras ideologías, que no tuviéramos miedo a alzar juntos la voz si la causa es justa, que no nos asustara lo que hayamos votado, creído o decidido antes...Pero para ello tendremos que crear ese ambiente de respeto y tolerancia, respetando al de al lado, no mofarnos de sus diferencias, de lo que piensa o ha votado, e ir codo con codo con él para superar las divisiones con las que, desde arriba, nos manipulan.
¿Te animas a desnudarte de tu ideología o prejuicios? Yo no te voy a mirar siquiera. Pero anímate a sentir esa libertad, que supera diferencias que sólo existen en nuestras mentes...